Con una crisis social, política y económica sin precedentes, con una hiperinflación de siete dígitos, venezolanos migrando a otras regiones, y en medio de una presión internacional, Nicolás Maduro (56) inició su segundo mandato hace dos semanas. Países vecinos y la Unión Europea no reconocieron su elección, mientras que Rusia, China, Turquía, Irán, Cuba y Bolivia mostraron su apoyo absoluto.
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La Asamblea Nacional de Venezuela, controlada por la oposición, se negó a juramentarlo y a través de una resolución acordó "declarar formalmente la usurpación de la Presidencia" por parte de Maduro y, por lo tanto, "asumir como jurídicamente ineficaz la situación de facto".
Días después de este hecho, el presidente del parlamento venezolano, Juan Guaidó (35), se autoproclamó como presidente interino al protagonizar un acto en Caracas, donde muchos venezolanos marcharon contra el régimen del dictador y pidieron su renuncia. Expresó que su objetivo era lograr el "cese de la usurpación, un gobierno de transición y tener elecciones libres".
Luego de anunciar esta decisión, Donald Trump reconoció el mandato de Guaidó, al igual que Mauricio Macri y presidentes de otros países. Por esta razón, el líder chavista salió al balcón del palacio presidencial de Miraflores y ante la mirada de sus seguidores anunció la ruptura de relaciones políticas y diplomáticas con Estados Unidos al considerar que ordenaron un golpe de estado en su país.
Además, Maduro le dio un ultimátum a Guaidó de 72 horas para que abandonara Venezuela. "No queremos volver al siglo XX de intervenciones gringas. El pueblo le dice no al golpismo, no al intervencionismo y al golpismo, Aquí no se rinde nadie, aquí vamos al combate", advirtió el dirigente.