El peligro de "las dictaduras y liderazgos únicos" y el reclamo por la "inclusión y diálogo a todos los niveles" fueron los temas centrales de la homilía papal en la segunda misa campal durante su visita a Ecuador.
Ante casi un millón de personas, Francisco pidió "dejar de lado los personalismos, el afán de liderazgos únicos y la falta de comprensión", en lo que pareció un mensaje directo a las protestas a favor y en contra del presidente Rafael Correa, presente en la misa.
En ese sentido, explicó que la paz "es algo artesanal" y solo se puede lograr si se abandona la "búsqueda estéril de poder, prestigio, placer o seguridad económica".
El Papa también habló de la necesidad de una revolución para evangelizar América Latina. "Que se convierta en un grito para sanar heridas y construir puentes", destacó, y agregó que "constatamos a diario que vivimos en un mundo lacerado por las guerras y la violencia".
En un nuevo gesto de cercanía con los pueblos que visita, el Papa lució sobre su sotana blanca una prenda con grabados hecha por comunidades indígenas locales. El vino de la misa fue elaborado por religiosas y al cáliz lo donó un orfebre ecuatoriano.