Emulando el salto de tristemente célebre Alejandro Puccio, integrante del clan que secuestró y mató personas durante los años 80, un preso norteamericano se arrojó esposado desde el segundo piso de tribunales. Pero esta vez, el brinco no fue para suicidarse sino para evitar ser juzgado.
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Christopher Clay Rudd, de 35 años, estaba a punto de comparecer ante una corte de la ciudad de Spanish Fork –Utah, Estados Unidos- cuando repentinamente se levantó del banquillo de acusados con la intención de fugarse. La huida fue grabada por las cámaras de seguridad.
El imputado por una causa de drogas salió corriendo de la sala de audiencias. Cuando un oficial estuvo a punto de detenerlo, el incipiente prófugo, desesperado, saltó de cabeza al vacío. Sin éxito, los guardias que estaban en la planta baja quisieron atraparlo en el aire.
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El frustrado escapista terminó en un hospital con una pierna rota, la pelvis golpeada y una fractura del cráneo. Ahora, es posible que enfrente otros cargos por intentar escapar.