Era un gringuito de sangre azul, sonrisa bonachona, andar volado y pinta de despistado. De joven se puso de novio con una doncella argentina. Para muchos, el romance con ella era algo "pasajero". Pero todos pudimos ver, cuando dio el sí a la argentina Máxima Zorreguieta, que el amor verdadero parecía suspenderlo en el aire. Y vivió así, en el aire.
Se sabía que al titular de la "corona naranja" le gusta viajar. También se conocía que tenía licencia de piloto, que se había sentado en la cabina de un Fokker 70 y que había sido tomado, como invitado, el comando de vuelo.
Lo que tomó por sorpresa es que pudo develarse un secreto de castillos (en el aire): por 21 años, Willem Alexander llevó y trajo turistas en secreto. Dos meses al mes, el rey de Holanda se coloca la gorra y saco de piloto para volar de incógnito con Maarten Putman, capitán de la aerolínea holandesa KLM.
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"La ventaja es que siempre puedo decir que doy la bienvenida a los pasajeros en nombre del capitán y su tripulación, por lo que no tengo que decir mi nombre", confesó en una nota al diario De Telegraaf. Además agregó que, si no fuera miembro de la realeza, le encantaría dedicarse a volar Jumbos.
Alexander reconoció que, como miembro de la monarquía, tiene sueños de hombre común. Sugirió que le gusta tanto las medallitas, insignias y adornitos de sus vestimentas reales como las charreteras que usan los aviadores.
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En las actuales monarquías, dirigir el destino de todo un país puede ser una utopía. Conducir a un puñado de personas por los cielos puede ser más "real". En el reportaje, el chofer misterioso reconoció que fue copiloto de aviones Fokker 70 tanto para el gobierno como para el servicio KLM Cityhopper.
Como las rutas de esta empresa (principalmente a Inglaterra y Alemania) serán proximamente recorridas por aviones Boeing 737, el marido de Máxima pasará el verano aprendiendo a llevar el timón de la nave mayor.