La explosión en el puerto de Beirut, capital del Líbano, dejó un escenario desolador. Más de 100 personas murieron, otras 4.000 resultaron gravemente heridas y la destrucción de edificios y viviendas fue total.
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La detonación ocurrió en uno de los almacenes de la zona que tenía alrededor de 2.700 toneladas de nitrato de armonio, un químico que se utiliza para fabricar fertilizantes y explositvos. Sin embargo, aún se desconocen las causas del estallido fatal.
El día después contado por un argentino
Franco Frechero se fue a vivir a Beirut hace tres años, por el trabajo de su papá en la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Allí estudia en la Universidad Americana de Beirut.
El martes, día que quedará en la memoria de la ciudad de Medio Oriente, Franco estaba en la playa, a unos 100 kilómetros de donde se desató el incidente. Sus padres lo llamaron por teléfono para comunicarle la tragedia y llevarle tranquilidad porque estaban bien.
"Lo primero que imaginé fue un atentado. Pero fue peor", aseguró en exclusiva a El Doce. Al llegar de la playa, después de más de cuatro horas de viaje por demoras en el tráfico, quedó conmocionado al ver la ciudad destruida.
En la mañana de este miércoles, junto a sus amigos se sumaron al equipo de voluntarios para limpiar Beirut: "Estamos intentando hacer lo mejor. Líbano ya estaba en una situación económica complicada. Esperemos que sea lo mejor".