Nació teniendo por enemigos a todos los países árabes, pero a esta altura de su historia de resistencia contra la fuerza expulsiva que enfrentó desde el primer momento, parece un haber un solo enemigo: la República Islámica de Irán.
Los frentes de guerra que enfrenta Israel desde la última década del siglo pasado son varios, pero hoy el enemigo es uno. Ocurre que la teocracia persa tomó la forma de un pulpo cuyos tentáculos llevan años atacando al Estado judío. Lo que debe reflexionar Israel es sobre su aporte al surgimiento de esos tentáculos que hoy lo atacan simultáneamente, cumpliendo el rol para el que los financia, adiestra y suministra armamentos Irán.
Hezbolla nació tras la invasión israelí del Líbano en 1982, operación que comandó Ariel Sharon y que expulsó a la cabeza de la OLP de Beirut a Túnez. Que Arafat y su generalato hayan tenido que alejarse del territorio palestino sugiere que la llamada “Operación Paz en Galilea” fue un éxito. Pero el surgimiento de Hezbolla lo desmiente. Tiempo después se supo que precio de aquella victoria sobre la OLP y sus fedayines fue demasiado alto y, hasta el día de hoy, Israel lo está pagando con sucesivas guerras cuya reiteración ha vuelto letárgicas.
Hasta la invasión israelí, que incluyó las masacres en los campos de refugiados palestinos de Sabra y Chatila que perpetraron las falanges maronitas con la vista gorda de Ariel Sharon, la comunidad chiita tenía sólo una milicia, Amal, que lideraba Nabih Berri y tenía como objetivo mejorar la posición de los chiitas en el esquema de poder que había dejado el colonialismo francés.
Israel también tuvo que ver con el surgimiento de Hamas. Antes de convertirse en el Movimiento de Resistencia Islámica, con la milicia Ezzedin al Qassem como brazo armado, fue una organización religiosa de socorros mutuos creada por un seguidor de la Hermandad Musulmana: el jeque Ahmed Yassin.
Como Israel no quería canalizar las ayudas económicas y alimentarias a los palestinos a través de las organizaciones ligadas a la OLP, lo hizo a través de esa versión musulmana de Cáritas que encabezaba Ahmed Yassin y, durante la primer Intifada, se transformó en la organización terrorista que ha perpetrado decenas de masacres de israelíes a través del terrorismo contra blancos civiles.
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Hoy el ejército israelí libra una guerra brutal contra esa organización que impera desde hace décadas en la Franja de Gaza. Combatirla le está costando al Estado judío un precio descomunal en imagen ante el mundo.
Sólo con el tercer tentáculo del pulpo iraní no tiene relación Israel. Los hutíes provienen de tribus yemeníes que profesan una variante chiismo, por lo tanto, igual que los tentáculos sirio, iraquí y libanés, tienen ese rasgo religioso en común con la cabeza que los articula.
Sólo Hamas no es chiita. Los palestinos son sunitas, Pero como la organización que impera en Gaza ha perdido apoyos árabes, con excepción de Qatar, tiene que aceptar su rol de tentáculo de Irán en la guerra que apunta a la destrucción y desaparición de Israel.
El primer ataque directo de Irán contra el país de los judíos es un punto de inflación en este viejo conflicto. Lo que no está claro es lo que viene a continuación.