En algunos países optaron por iglesias viejas, en Dubai por el desierto y en Argentina nos quedamos con el podio del lugar más oportuno: el Valle de la Luna en San Juan. Inflen el pecho muchachos porque nos sobran razones: también la banda eligió que sea el primer país para llevar a cabo este evento astro-musical.
Nada está librado al azar. Si te gusta Coldplay no debo mencionarte la relación entrañable del grupo liderado por Chris Martín con nuestro país. Y si no te gusta, te cuento que el cariño queda a la vista en un ida y vuelta: desde la cantidad de entradas que venden por visita, pasando por un cover de ‘Música ligera’ de Soda Stereo en sus shows, las palabras cargadas de afecto de los integrantes hacia el público local hasta el último poroto argento que se anotaron que es la elección de una foto de un argentino para la tapa de ‘Moon Music’, el álbum que vinimos a escuchar a San Juan. Así que vamos a eso.
La discográfica Warner eligió solo a 150 personas para formar parte de la tripulación lunática. Entre ellos periodistas, influencers y fanáticos de Coldplay que tuvieron que presentar buenas razones de porque merecían estar ahí.
Y con ahí me refiero al Parque Nacional Ischigualasto -que significa ‘Valle de la muerte’- pero que fue el escenario de una cita más bien de ‘Viva la vida’.
El viaje entero a San Juan es una clase de geografía en vivo. El Zonda, con ráfagas de 90km/h, nos recibió para volarnos los pensamientos que uno trae de la rutina y dejar la cabeza despejada para el conjunto de sentidos que se activaron por las pupilas gustativas al probar la primera cucharada de aceite de oliva y los membrillos rubios del lugar.
Desde San Juan al Valle de la Luna tuvimos un viaje de 4 horas que nos siguió poniendo ejemplos geográficos de diferentes paisajes y fauna que asomaba entre montañas, como los guanacos que parecían curiosos de la comitiva que estaba llegando.
Al recibirnos en el Parque Nacional, los guías empezaron la explicación con una frase muy atinada: “Este lugar es el tiempo por el tiempo”. Es decir, cada formación con alguna forma alocada, cada escenario, cada piedra rugosa o paredón natural rojizo es el resultado de millones de años.
Acá hubo mar, laguna, polvo, tierra, musgos, helechos, piedra, viento, dinosaurios, tiempo, tiempo y más tiempo.
Creo que nunca terminamos de dimensionar al tiempo. Lo que logra, lo que vale y lo que podemos hacer -o no hacer- con él.
Por suerte la poca conexión de teléfonos celulares en el lugar, las explicaciones de los guías sobre los misterios del valle y la ansiedad, nos hicieron conectar con cada minuto que iba pasando hasta llegar a ‘El hongo’. Esta formación rocosa que es la foto insignia del parque también fue la protagonista del evento.
Alrededor estaba todo dispuesto con mantas, almohadones, velas de llama ficticia para el show silencioso que iba a comenzar. ¿Por qué silencioso? La banda viene trabajando en la conciencia ecológica y el impacto ambiental de cada acción que llevan a cabo. Es por eso que la contaminación auditiva no fue un detalle menor. Nos dieron auriculares para que el escenario se mantenga en silencio mientras nosotros escuchábamos las canciones solo en nuestros oídos.
Comenzó la escucha alrededor de las 20hs con un Chris Martín saludando en un forzado y simpático español. El inglés reforzó lo increíble que le parece el escenario elegido porque además muestra la evolución de la tierra. Además recalcó su cariño por Argentina y dejó entrever que se “vienen cositas”. ¿Otra gira? Veremos. Ahora a escuchar.
Diez canciones con mucho ADN Coldplay de los últimos discos que contienen ruidos naturales en intros o fade out, algunas para bailar sigilosamente y otros más lentos para sentarse a ver las estrellas o algún atardecer. En el hongo se fueron mostrando imágenes coloridas, algo infantiles, caras de cantantes de diferentes partes del mundo (dentro de ellas Tini) y frases de las canciones con corazones, cometas y estrellas. La productora que realizó el mapping (las luces y gráficas) de la proyección es una empresa sanjuanina que tiene récord en este tipo de producciones y trabajó varios meses antes en conjunto en comunicación con Londres.
Hice la prueba y me saqué los auriculares unos segundos. Afuera silencio, las estrellas encendidas y amontonadas en el cielo de testigos. Los que escuchaban repartían lágrimas en las mejilllas, otros se tomaban de la mano, se compartían risas, combinaciones de expresiones de satisfacción y miradas infantiles.
Solo un factor común: plena atención a lo que estaba aconteciendo. El tiempo pasaba y a la vez estaba detenido en este escenario de realidad natural y ficcón humano con luces, sonidos camuflados por auriculares y la sensación de sentirnos únicos en ese plano infinito que es el tiempo.
Al final Chris Martin tenía razón: es el escenario ideal para ver la evolución de la tierra y qué placer ser parte de un capítulo minúsculo de ella.
En palabras de Coldplay... ¡viva la vida!
En palabras mías... ¡viva la música!