Estar en la portada de la revista Time como personaje del año es una señal importante de relevancia, pero no necesariamente certifica algo positivo. El Nobel de la Paz distingue luchas y logros positivos para la humanidad, pero en la tapa anual de Time no necesariamente lo que se destaca implica grandes y positivos aportes a las personas, las sociedades y el mundo. Muchas veces señala logros relevantes, pero sin trascendencia en la vida humana.
Sin duda Tylor Swift mereció como fenómeno artístico mundial ese lugar, pero está en un andarivel diferente al que transitaron Franklin Roosevelt, Juan XXIII o Mahatma Gandhi cuando los destacó la prestigiosa revista neoyorquina nacida a principios de la década del 20 del siglo pasado.
Hace casi cien años, en 1927, inauguró su señalamiento anual de grandes personajes para destacar la dimensión de Charles Lindbergh como primer piloto que cruzó el Océano Atlántico en avión. El segundo “man of the year” fue el titán de la industria automotriz Walter Chrysler. Pero a partir de la década siguiente, la política monopolizó ese señalamiento periodístico.
Casi todos los presidentes ocuparon ese podio. También líderes como Martin Luther King y líderes extranjeros, como Charles de Gaulle y Angela Merkel. Pero no siempre los personajes del año lo fueron por razones positivas. Hitler estuvo en esa portada en 1938, cuando su liderazgo en Alemania ya irradiaba fanatismo, oscuridad y violencia.
+ MIRÁ MÁS: Siria: lo que murió y lo que está naciendo
Nixon fue nominado por razones buenas, por caso poner fin a la guerra en Vietnam, pero volvió a esa portada por razones malas, como el caso Watergate. Y el ayatola Ruhola Jomeini estuvo en el podio de Time en 1979, por haber derrocado con su revolución islamista al tiránico Reza Pahlevi, pero ya siendo visible su fanatismo fundamentalista.
Vladimir Putin fue otro personaje del año por razones inquietantes.
El caso de Trump tiene que ver con un hecho histórico: es el primero en ganar dos veces no consecutivas la presidencia desde hace un siglo y medio. El único antecedente histórico es Grover Cleveland, en la segunda mitad del siglo 19, cuando tras haber perdido la reelección frente a Benjamin Harrison, y la recuperó en la siguiente elección presidencial. Todos los demás presidentes, desde Washington hasta Biden, fueron reelectos de manera consecutiva o perdieron la reelección y no volvieron a presentarse, hasta que Trump recuperó el Despacho Oval derrotando a quien lo había sacado de la Casa Blanca.
Los próximos años dirán si el magnate neoyorquino tiene futuras portadas en la revista Time por razones históricas relacionadas a proezas más positivas para su país o el mundo. Por ejemplo lograr la paz entre Ucranianos y rusos sin que Vladimir Putin sea premiado territorialmente por haber perpetrado una invasión que ha causado destrucción y muertes en grandes cantidades. O lograr la paz entre Israel y Hamas, haciendo que deje de existir esa y otras organizaciones terroristas y convenciendo a Netanyahu para que permita lo que quiere destruir: la solución de los dos estados, para que ya no vivan bajo ocupación los palestinos de Gaza y Cisjordania.
Por lo menos, que dentro de cuatro años no vuelva a ser “personaje del año” por haber diluido los poderes legislativo y judicial, reemplazando la democracia norteamericana por una autocracia.