Fue la escenificación de la crueldad. El acto macabro que montó Hamás para entregar los féretros de dos niños, su madre y un israelí octogenario, evidenciaron la abyección de la organización terrorista que aún subsiste en la devastada Franja de Gaza. Que los cadáveres hayan sido entregados en una escena propagandística de quienes los arrancaron de sus hogares, los encarcelaron bajo tierra y los asesinaron, alcanza los niveles crueldad equiparables al significado de Auschwitz, Bergen-Belsen, Treblinka y demás espacios donde se industrializó el asesinato de manera atroz.
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El error inicial de que una mujer palestina ocupara el féretro de Shiri Bibas, puede ser un dato menor o una prueba de que madre e hijos podrían haber tenido cautiverios separados y que los engranajes de Hamás estarían desconectados. Pero el hecho de que hayan hecho un acto propagandístico con cadáveres de dos niños y dos adultos que fueron apresados y asesinados sin haber cometido ningún acto de guerra ni delito, prueba el nivel de abyección de la organización que desató la guerra con el pogromo sanguinario de octubre del 2023. Esa fuerza jihadista que asaltó el poder en el 2007, asesinando a los funcionarios, dirigentes y simpatizantes de Fatah y de la Autoridad Nacional Palestyina (ANP), generó sucesivos intercambios de misiles que siempre dejaron muerte y destrucción en Gaza.
Casi dos décadas de sangre, destrucción y dolor que podrían prolongarse si Hamás sigue existiendo en la franja palestina sobre la costa del Mediterráneo. Y si eso ocurre, el fracaso de Benjamín Netanyahu y su gobierno extremista será descomunal.
Lanzó una guerra masiva que devastó Gaza y sumó casi casi cincuenta mil muertes civiles, incluidos decenas de miles de niños, sin lograr la pronta liberación de los rehenes ni evitar que muchos de ellos murieran en cautiverio. La guerra de Netanyahu dañó profundamente la imagen de Israel en el mundo y puso en pausa el Pacto de Abraham con Arabia Saudita y otros estados árabes cuyo reconocimiento es de inmensa importancia estratégica para el Estado judío.
Si haber causado semejantes de daños a los civiles gazatíes y a la imagen de Israel en la opinión pública mundial no sirvió, al menos, para erradicar totalmente a Hamás, Netanyahu se consagrará como uno de los peores gobernantes que ha tenido la sociedad en la que cada vez son más los que reclaman su renuncia y una rendición de cuentas por los casos de corrupción que lo esperan en los estrados judiciales y por los estropicios bélicos cometidos sin haber logrado la destrucción de esa milicia jihadista tan abyecta.