La del domingo no es una elección más. Sea cual fuese el resultado, en el ballotage de Bolivia empieza una etapa sin la izquierda en el poder, poniendo fin a dos décadas de hegemonía política.
El Movimiento al Socialismo (MAS) la fuerza política que imperó imponiéndose de manera abrumadora en cuatro elecciones consecutivas, tres con Evo Morales y una con Luis Arce, más un referéndum, quedó reducido a un insignificante tres por ciento de apoyo en las urnas en la elección de agosto. Pasó de ser un invencible partido de masas, a una fuerza minúscula y con subsistencia agónica.
El que surja de esta segunda vuelta también será el primer gobierno en el que no figuren ni Evo Morales ni Luis Arce, quienes fueron en su momento (con el primero en la presidencia y el segundo al frente de la Economía y después también en la presidencia) un dúo imbatible.
De los dos, sólo el líder cocalero tiene posibilidad de resurgir de sus cenizas, como un Fénix. El economista está concluyendo su mandato tan mal, que resulta difícil imaginarlo con gravitación sobre la política boliviana en la etapa que comienza.
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Esa etapa será con un gobierno centrista, si gana el candidato del Partido Demócrata Cristiano Rodrigo Paz, o duramente derechista, si gana el ex presidente Jorge “Tuto” Quiroga.
El resultado depende del cauce que tomen en las urnas los votos que en la primera vuelta acompañaron al empresario Samuel Doria, quien quedó en tercera posición; los votos izquierdistas que se dividieron entre Andrónico Rodríguez y Eduardo del Castillo (11,5% en total) y los votos que hicieron el 6,60% de Manfred Reyes Villa.


Será revelador el curso que tomen los votos de la izquierda. Más allá de cómo sea el posible gobierno de uno u otro de los que están en contienda, se verá si el grueso de la izquierda vota pensando en la moderación centrista que requiera la democracia, caso en el cual fluiría mayormente hacia Rodrigo Paz, o si apuesta a la radicalización polarizante que implicaría el gobierno derechista de Tuto Quiroga.
Lo que parece claro es que cualquiera de los dos, de ganar el ballotage tendrá que saber construir consensos para enfrentar los graves problemas económicos que deja Luis Arce: la economía en recesión, escasez de combustibles y una inflación interanual que está sobrepasando el 25%.
Sea Paz o sea Quiroga, el próximo gobierno tendrá que evitar el ajuste que no quiso hacer el presidente saliente. Y si están mirando lo que ocurre en Argentina, ambos estarán entendiendo la conveniencia de construir esos consensos desde un principio, para que no le termine ordenando que lo haga la potencia que les dé salvatajes económicos para evitar que naufraguen.