¿Pudo María Duarte salir tan campante de la embajada argentina donde se encontraba refugiada? ¿No la vieron salir los agentes ecuatorianos que vigilan la sede diplomática y que estaban especialmente atentos a los probables movimientos de la ex ministra que está acusada de graves actos de corrupción?
Esas preguntas sobrevuelan una crisis diplomática que podría derivar en la ruptura de relaciones entre Argentina y Ecuador.
En esta fuerte crisis entre Buenos Aires y Quito vuelve a estar la sombra del ex presidente Rafael Correa. Los casos por los que está condenada la ex ministra de Desarrollo Urbano, que anteriormente había encabezado el Ministerio de Transporte y Obras Públicas, son parte de las causas por corrupción que pesan sobre Correa y por las cuales está prófugo.
En la anterior escalada de tensión diplomática, causada por dichos desafortunados del ex embajador argentino en Quito, Luis Juez, que determinaron el pedido ecuatoriano de que sea retirado de la embajada, tuvo que ver el enfrentamiento entre Correa y quien había sido su vicepresidente y recibido su aval para llegar a la presidencia: Lenin Moreno.
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El entonces embajador argentino en Ecuador pertenecía al espacio político que lideraba el presidente de aquel momento, Mauricio Macri (ambos aún integran Juntos por el Cambio), de muy buena sintonía con Lenin Moreno, quien ya estaba enfrentado ferozmente con quien había sido su mentor político: Rafael Correa. Por eso el correísmo no dejó pasar el error de Juez y embistió contra él logrando sacarlo de la embajada.
Ahora, en la embajada argentina se había refugiado una ministra clave del gobierno de Correa y también clave en lo que habría sido el principal esquema de corrupción correísta.
Rafael Correa, radicado en Bélgica y reclamado por la justicia ecuatoriana, fue recibido por Cristina Kirchner, a quien reclamó que se concediera asilo político a María de los Ángeles Duarte.
Como para el estado ecuatoriano Correa es un prófugo de la Justicia, el gobierno que encabeza Guillermo Lasso consideró como un agravio institucional argentino que la vicepresidenta lo haya recibido en el Senado.
María Duarte y Rafael Correa.
Los siguientes acontecimientos acrecentaron la indignación de Lasso con el gobierno argentino. Cristina Kirchner gestionó que se le conceda asilo político a Duarte. El gobierno de Alberto Fernández aceptó. Quito reaccionó denunciando que esa decisión argentina violaba la normativa internacional sobre el asilo político que impide concederlo en casos de personas sobre las que pesen denuncias o condenas por corrupción.
La cancillería argentina defendió el asilo a Duarte señalando que Rafael Correa está en la misma situación y recibió asilo político en Bélgica.
Al respecto, Ecuador sostiene que Correa puede residir en Bélgica debido a que su esposa es belga y tiene ciudadanía de ese país europeo. Pero la verdad es que el Comisariado de Refugiados y Apátridas de Bélgica otorgó el estatus de refugiado al ex presidente ecuatoriano, instalado en Bruselas desde el 2017. Esa decisión se tomó respecto al “caso Balda”, referido al secuestro de un opositor ocurrido en 2012 y sobre el cual los datos suministrados por la Justicia ecuatoriana no diluyeron la sospecha belga sobre una posible persecución política contra Correa.
Como la condena por corrupción que pesa sobre Correa incluye prisión, Ecuador reclamó la extradición del ex presidente en referencia a esa sentencia. Al respecto, el Estado belga aún no ha tomado una decisión final.
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La situación de Rafael Correa puede servir como justificación al asilo concedido por Argentina a Duarte. Esa decisión implementada por el gobierno de Alberto Fernández por presión de Cristina Kirchner, no sirvió para que la ex ministra correísta pueda llegar a la argentina, porque el gobierno ecuatoriano no le concedió el salvoconducto para que pudiera salir de la embajada en Quito y abandonar el país sin ser detenida.
Aún con asilo concedido, Duarte estaba atrapada en la embajada argentina, situación que acaba de llegar a su fin con la fuga de la ex ministra, su salida clandestina de Ecuador y su arribo a Venezuela, donde se encuentra ahora.
En el gobierno ecuatoriano, se sospecha que el G-2 (aparato de inteligencia de Cuba) colaboró con la fuga de Duarte, pero que la diplomacia argentina también habría colaborado, por lo menos mirando hacia otro lado cuando la ex ministra se esfumaba.
Duarte no sólo pudo salir de la sede diplomática sin ser detectada, sino que además fue hasta Guayaquil a dejar su hijo en manos de su hermana y luego partió rumbo a Caracas.
La concesión del asilo político justifica un pico de tensión política entre los gobiernos de Argentina y Ecuador, pero la sospecha ecuatoriana es que la embajada argentina colaboró con la fuga de Duarte. Para Guillermo Lasso, no pudo hacer semejante recorrido sin la complicidad de la embajada argentina.
De momento, la crisis generada por la fuga de María de los Ángeles Duarte les ha costado el cargo a los embajadores de ambos países en sus respectivas capitales. La pregunta es si puede desembocar en la ruptura de relaciones diplomáticas.