La limpieza étnica ha comenzado. El corredor de Lachin exhibe caravanas que salen de Nagorno Karabaj rumbo a la República de Armenia.
El triunfo de la guerra que en el 2020 impuso Azerbaiyán con el apoyo de Turquía, dejó el camino abierto para la estocada final. Esa fase final de la conquista turco-azerí de Nagorno Karabaj se dio en forma de blitzkrieg (guerra relámpago). Las milicias karabagsíes y las tropas armenias que habían quedado protegiendo lo poco de territorio que quedó en manos armenias, fueron reducidas en un par de días. Y lo que vino a renglón seguido fue lo que la historia advirtió que ocurriría: la expulsión de los armenios de sus tierras ancestrales.
Quizá no se haga en una sola etapa. La limpieza étnica se disimulará detrás de negociaciones con avances y retrocesos. Pero la historia indica que el eje turco-azerí dejará sin armenios a Nagorno Karabaj, una tierra que habitan desde los tiempos remotos del imperio aqueménida y fue parte del antiguo Reino de Armenia, que existió entre el siglo III AC hasta la primer centuria de la era cristiana.
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La deportación masiva que vació de armenios Najicheván se va a repetir en Nagorno Karabaj. Ese extenso desierto montañoso que se extiende hacia el Este de los montes Zangesur, era parte de Armenia y la población turcomana era minoritaria. Pero el Imperio Otomano llevó hasta ese rincón de Transcaucasia el genocidio armenio y en 1918 lo ocupó por completo.
Los británicos enviaron fuerzas que ayudaron a los armenios a recuperar Najicheván. Sin embargo, los azeríes, ya integrados en la Unión Soviética, volvieron a la carga y unieron ese territorio a la República Soviética de Azerbaiyán, a pesar de no tener continuidad territorial porque Armenia los separa. Vladimir Lenin convalidó aquella ocupación y también dejó bajo soberanía azerí a Nagorno Karabaj. En pocos años, los azeríes completaron la expulsión de los armenios de Najicheván. Y ahora, el gobierno de Ilhan Aliyev ha comenzado a hacer lo mismo con Nagorno Karabaj.
Miles de armenios abandonaron Shusha, la segunda ciudad más importante del enclave, cuando fue ocupada por los azeríes en la ofensiva del 2020. El grueso se había refugiado en Stepanakert, la capital que ahora ve salir interminables caravanas de autos, micros y camiones llevando armenios hacia Ereván, Gyumri, Vanadzor y otras ciudades en cuya periferia crecerán campos de refugiados.
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El gobierno de Nicol Pashinián tardó demasiado en comprender que Vladimir Putin hizo que Rusia abandonara sus compromisos históricos con Armenia. El acercamiento a Estados Unidos, que incluyó inéditos ejercicios militares conjuntos en el país del sur del Cáucaso, llegó demasiado tarde para que los norteamericanos pudiesen jugar un rol como el que jugaron los británicos en 1919.
Los armenios se quedaron solos. Son una isla de cultura forjada en el cristianismo, rodeada por un océano musulmán que incluye a Turquía, Irán y Azerbaiyán. No obstante, por ser chiitas y tener viejos diferendos con Turquía, los iraníes no son parte del bloqueo a Armenia. Aunque, a lo sumo, aportaron neutralidad.
Europa y Estados Unidos impulsan negociaciones. El tema se mencionó en la Asamblea General de la ONU y merodea los debates en el Consejo de Seguridad. Pero, aunque no haya sido proclamada, la limpieza étnica ya ha comenzado de hecho. Y no pasará mucho tiempo para que Nagorno Karabaj, igual que Najichevan en la primera mitad del siglo XX, quede totalmente vaciada de armenios.