Para entender el atentado con bombas incendiarias al edificio de Clarín, independientemente de quienes sean los autores y de cómo termine la investigación, es necesario comprender el contexto y que pretende el kirchnerismo de los medios de comunicación.
Para congraciarse con su jefa, Alberto Fernández viene desplegando en los últimos meses una catarata de hostilidades a la prensa, que todavía no han logrado someter. Básicamente a Clarín y a La Nación con sus distintos medios periodísticos.
El ataque está dirigido a empresas y tambien hacia los periodistas. La campaña de desgaste, acoso y en lo posible derribo, tiene por objetivo minar la credibilidad de los medios y de los periodistas a los cuales los siguen grandes audiencias.
Para ello utilizan toda la maquinaria propagandística del Estado, los medios públicos y los privados que han ido coptando o comprando, a fuerza de pautas publicitarias y prebendas. En ese cometido vienen dilapidando partidas millonarias, haciendo ricos a empresarios y periodistas eunucos del poder, que directamente eliminan la opinión de los opositores y obsesivamente se dedican a atacar a los comunicadores de los medios críticos del gobierno.
+ MIRÁ MÁS: Ataque al edificio de Clarín: repudio de políticos y entidades periodísticas
La táctica que, convengamos, no comenzó con Alberto Fernández, si no con Néstor y Cristina, no le ha dado grandes resultados a ese espacio, ya que el conglomerado de medios K, no logra conseguir grandes audiencias.
Eso enfurece a los ideólogos de este ejército de obsecuentes, que no terminan de admitir que la gente elige qué diario quiere leer, qué programa de radio quiere escuchar o qué canal quiere ver en la tele. Para eso está el dial y el control remoto.
No obstante, lograron instalar en las universidades y escuelas de periodismo, algo tan anti natural como el periodismo militante.
Aunque como casi todo el mundo sabe, en el periodismo no hay vida cerca del poder. El Kirchnerismo nunca toleró la prensa libre, en realidad siempre pretendió difusión y propaganda. Por eso, a Cristina le despierta una gran envidia lo que hicieron Chávez y Maduro con los medios de comunicación y el cierre masivo de canales de televisión o lo que está haciendo Daniel Ortega en Nicaragua.
El relato
Cristina estaría felíz si en el país solo existiera el Granma, periódico de la revolución para el autobombo, escrito y avalado por ella. En su momento no pudieron con la Ley de Medios, pero no por ello archivaron la ilusión de colonizar a toda la prensa.
En campaña, Cristina ya había acusado desde Santa Cruz a los medios de amargarle la vida a los argentino. ¿Será porque los medios hablan de la inflación?.¿Que mientras un jubilado en diciembre pasará a cobrar 26.000 pesos, ella embolsará 2.500.000 pesos como jubilada y pensionada?.¿Será porque los medios y periodistas hablamos de impunidad y de como están liberando a delincuentes vinculados a su gestión, por caso Boudou y Schiavi?. Tambien en un acto Mario Ishi, el intendente de José C. Paz, había amenazado a los medios con que la gente un día se iba a cansar de ellos, mientras el presidente y el gobernador Axel Kicillof aplaudían a rabiar el furibundo ataque de uno de los caciques del conurbano.
Pero luego de la derrota en las elecciones legislativas, que el presidente de manera desopilante celebró como un triunfo, Jorge Capitanich, el gobernador de Chaco, pidió regular a los medios, ya que según dijo, la gente termina pensando como los periodistas. En otras palabras, practicamente pidió regular el pensamiento. ¿Sacarán entonces un DNU, que diga prohibido pensar?
Mucho antes de este raconto, hubo ataques de lo más variados, desde el piquetero Luis Delía a Hebe de Bonafini, que en la plaza invitaba a escupir las fotos de los periodistas mas detestados por el kircherismo. Esa cacería continúa hoy en las redes sociales con un nutrido plantel de aplaudidores del kirchnerismo, entre ellos varios periodistas frscasados que se dedican a agredir e insultar, incluso a medios y compañeros con los cuales alguna vez trabajaron. La verdad que sería imposible hacer un raconto de los ataques que salieron de la boca de Cristina, pero está claro y no hace falta una convención de psicólogos, que si hay algo que odia es a la prensa que no controla. Por eso una Presidenta que se niega a colocarle la banda, al hombre que le ganó las elecciones y un Presidente que habla de triunfo cuando perdió las elecciones, explcan por sì sólo la intolerancia del khirchnerismo. El resto se explica sólo.