El nivel de ingresos en la Argentina es extraordinariamente malo. La decadencia económica que lleva por lo menos medio siglo (¿o tres cuartos de siglo?) se acelera vertiginosamente y provoca un inédito empobrecimiento, que no alcanza a reflejar en toda su dimensión el índice de pobreza, del 40,9% en el primer semestre de este año.
Testimonio de este fenómeno es el paupérrimo salario mínimo vital y móvil argentino. De acuerdo al viralizado relevamiento que hizo el centro de estudios Libertad y Progreso, estamos al fondo de la tabla regional. Sólo por encima de Cuba y Venezuela. En este indicador nos ubicaríamos ahora debajo de Haití.

Eso, calculando los actuales $16.875 del salario mínimo a los 167 pesos que cotizaba cada dólar en el mercado paralelo a mitad de semana. Si tomáramos como referencia el valor de 178 pesos del blue del viernes la posición argentina en el ránking regional sería aún peor.
Una breve aclaración: no sólo la plata "en negro" convalida ese precio del dólar tras la entrada en vigencia del supercepo. También está en 165 en el mercado absolutamente legal del Contado con Liquidación, en el que se opera con fondos declarados, en transacciones de bolsa hechas a la vista de cuanto organismo de control existe.
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Aún con la modesta actualización escalonada que para marzo próximo hará crecer el salario mínimo el 28%, la Argentina queda muy mal parada en este terreno. Afortunadamente el sindicalismo se muestra muy comprensivo esta temporada con las dificultades de nuestra economía y convalida esa suba, que llega muy por debajo de la inflación acumulada desde 2019, cuando se dio la última suba en el mínimo.
Este indicador también sería de los más bajos de la región si usáramos para medirlo el casi inexistente "dólar ahorro" de $136. Y en la comparación la Argentina sale muy mal parada también con los sueldos medios y "altos". El ingreso promedio en nuestro país estaría apenas por encima de los 200 dólares mensuales. Un grupo familiar que suma, combinando ingresos, el equivalente a mil dólares por mes, integra el selecto 4% de mayores ingresos de la población. Para los estándares de las economías más dinámicas de la región, la diminuta "clase alta" argentina luce baja.

El coronavirus no es excusa
La pandemia ha golpeado fuerte a la economía global. La mayoría de las economías atraviesan una recesión. Pero casi ninguna tan profunda como la de la Argentina. Según el FMI, este 2020, en la región sólo caerán más que nuestro país Perú, que sufrió en el arranque de la pandemia un colapso sanitario, y Venezuela, el trágico laboratorio donde el populismo ejecuta desde hace más de dos décadas las fantasías del Estado intervencionista.
La extremadamente rígida cuarentena argentina, que se impuso vulnerando una multitud de derechos fundamentales, castigó a la economía más de lo necesario. Malas decisiones políticas que tendrán graves consecuencias sanitarias en el mediano y largo plazo. La falsa opción entre economía y salud desemboca en una derrota en ambos frentes.
De cualquier manera, la Argentina enfrenta enormes dificultades al margen de la pandemia y del torpe manejo que ha hecho de esta difícil circunstancia la actual gestión.
La aceleración de la devaluación que, a puro voluntarismo, el gobierno por ahora resiste en el mercado oficial de cambios, no hace más que acercar a la Argentina al fondo de la tabla en materia de ingresos, donde se hunden casi sin competencia las sociedades orpimidas por las tiranías de Cuba y Venezuela.
Casualmente, nuestra crisis no parecería tratarse de una cuestión relacionada con las cualidades del repatriado ministro Martín Guzmán, vecino de la ciudad de Nueva York hasta diciembre del año pasado, o de quien pudiera ser designado en su lugar.
El problema central radica en los antecedentes de quien se desempeña en la vicepresidencia y en el ideario que expresa. Es imposible que no reine la desconfianza social en el terreno económico con una figura como Cristina Fernández de Kirchner cumpliendo el rol estelar en el elenco gubernamental.
Lo que atravesamos en esta era es una ola de pánico con respecto a las perspectivas económicas que se desató a partir del resultado de las Paso del año pasado, el día en que se reaundó el abandono masivo del peso emitido por el Estado argentino.