¿De qué lado de Carrió está usted? Pregunto esto porque lo que pasa en la opinión pública con la diputada chaqueña es al menos curioso. Elisa Carrió es la principal y más importante promotora de las denuncias contra la corrupción sistémica en el país desde la era del menemismo en adelante. Fue la primera en denunciar al gobierno de Fernando De la Rúa y la primera que levantó la voz contra el saqueo al Estado que según su información estaban perpetrando los Kirchner. En la generalidad de los casos la historia y la justicia le dieron la razón.
Por otro lado, casi todas las encuestas en estos años, señalaron a la corrupción como uno de los problemas medulares del país. Sin embargo, la misma gente que pide que se combata a la corrupción no termina de aceptar como líder a la dirigente que más ha hecho para combatirla.
Según los sondeos, a Carrió se le cuestiona la soberbia y su propensión a mistificar las cosas, o dicho de otro modo, su religiosidad expresa.
Es cierto que no es una persona simpática. Y que en muchas ocasiones habla como si se creyera la última coca cola del desierto. También es cierto que su fervorosa militancia religiosa suele teñir sus dichos de un misticismo difícil de asimilar. Pero no es menos cierto que fue una de las pocas voces en levantarse cuando todos callaban y uno de los pocos políticos que le pusieron el cuerpo a las denuncias cuando la mayoría miraba para otro lado.
Por acción, Elisa Carrió debería haber representado auténticamente la voz del pueblo, pero el pueblo nunca la aceptó como propia.
Soy de los que creen que el fondo debería ser más importante que las formas. Pero también soy de los que saben que no es así. Que el coraje cívico, la defensa de la institucionalidad y la perseverancia para enfrentar a los ladrones del Estado no alcanzan para subir al Olimpo a ningún dirigente que no cuente, además, con una sonrisa complaciente o una caída de ojos que inspire cierta ternura.
Ayer cargó contra el actual ministro de Justicia, Germán Garavano, por deslizar públicamente que se opone al desafuero de Cristina Kirchner. Las críticas volvieron a poner en alerta a varios funcionarios y legisladores de Cambiemos que preferirían que la diputada abandonara el sitio de fiscal de la república, sin cargo oficial, que le ha otorgado el presidente.
Y en esa resistencia encuentro el cuestionamiento principal que se le hace a Carrió, y que tiene más que ver con la cultura del miedo nacional que con la antipatía de la una persona: a nadie le gusta vivir rodeada de panales de avispas, pero en el fondo preferimos que no remuevan mucho los avisperos. El zumbido de las avispas no resulta agradable al oído y no suele ser compatible con una vida tranquila y sin sobresaltos.
Esta columna fue publicada en el programa Córdoba al Cuadrado de Radio Suquía – FM 96.5 – Córdoba – Argentina.