José Antonio Kast se diferencia de Jair Bolsonaro en que no se hizo conocido por decir barbaridades y tener gestos crueles, además de no promover golpes militares de manera explícita. Y de Javier Milei se diferencia en que no exhibe rasgos de desequilibrio emocional ni recita textos de los que se enamoró en la universidad y hoy presenta como programa de gobierno. Tampoco es un ególatra caricaturesco como Donald Trump.
Pero Kast no es un moderado dirigente centroderechista, sino el exponente de un extremo del arco político de Chile: el ultra-conservadurismo.
La elección del consejo constituyente dejó al presidente izquierdista Gabriel Boric contra las sogas y convirtió a Kast en la figura central de la política trasandina.
Chile está evidenciando una peligrosa bipolaridad en las urnas. En el plebiscito sobre la Constitución vigente, redactada bajo la dictadura del general Augusto Pinochet, fue abrumador el pronunciamiento contra esa carta magna.
Sin embargo, en la primera vuelta de las elecciones presidenciales se impuso el derechismo pinochetista, porque el más votado fue Kast, aunque en el ballotage el péndulo volvió velozmente al otro polo y se impuso Gabriel Boric, representando a la izquierda anti-sistema.
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El péndulo se mantuvo en el polo izquierdo cuando se votó los integrantes de la asamblea constituyente y arrasaron la izquierda ideologizada y las agrupaciones anti-sistema. Pero la carta magna redactada por esos constituyentes de izquierda fue abrumadoramente rechazada en el plebiscito inmediato posterior.
Ahora, el dirigente ultra-conservador que había sido derrotado por Boric en la segunda vuelta de las últimas elecciones presidenciales, encabezó un potentísimo triunfo derechista sobre la coalición que encabeza el joven presidente.
Los partidos de la centroizquierda que había gobernado con Aylwin, Frei, Lagos y Bachelet quedaron al borde de la extinción, y también se debilitó la coalición de la centroderecha que había gobernado con Sebastián Piñera. El gran triunfador fue el Partido Republicano y la gran pregunta es cómo hará Boric para seguir gobernando con esta desaprobación en las urnas y con minoría en el Congreso.
El movimiento pendular dejó una contundente mayoría a las fuerzas conservadoras, entre las cuales el Partido Republicano de Kast obtuvo más votos que la coalición de la derecha tradicional que integran la UDI y RN. De tal modo, Chile quedó en una situación paradojal: quienes redactarán la Constitución que reemplazará a la que legó la última dictadura son admiradores del general que la encabezó. O sea, a la constitución de Pinochet la va a reemplazar una constitución pinochetista.
Lo que ocurrió con la asamblea constituyente anterior y la carta magna que fallidamente redactó, debiera aconsejar a José Antonio Kast no cometer el mismo error.
Aquellos asambleístas de izquierdas se creyeron definitivos intérpretes y dueños de la voluntad popular, y redactaron una Constitución tan desbalanceada ideológicamente que mereció una dura reprobación en la consulta popular que debía aprobarla o dejarla sin efecto.
Si Kast y los constituyentes de UDI y RN quieren redactar una constitución tan pinochetista como la anterior, es posible que también sea rechazada en la votación final. Y Chile seguiría girando en un círculo vicioso.
En definitiva, el escrutinio mostró un elevadísimo porcentaje de votos deliberadamente nulos y en blanco, evidenciando que el movimiento pendular puede continuar, regresando la política hacia el polo opuesto al que este domingo resultó triunfal.
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El gobierno de Boric quedó grogui. Kast fue cruel, pero no resultó desopilante al decir, con el escrutinio en la mano, que éste “es un gobierno fracasado”. Pero el joven presidente quizá haya empezado a advertir el inmenso error que cometió cuando dijo que los gobiernos democráticos de los 30 años anteriores a su llegada al poder no habían servido para nada. Un síntoma fue su reflexión cuando apareció reconociendo el triunfo del Partido Republicano. Dijo que el mayor error del consejo constituyente anterior fue “no escucharnos entre nosotros”, esto es, que los constituyentes de las fuerzas más votadas no dialogaron con los de la oposición de centroderecha y derecha. Por eso, con lucidez, les recomendó a los actuales ganadores “no cometer el mismo error”.
En este Chile pendular, no se puede descartar que si los ultraconservadores imponen en la nueva carta magna sólo lo que ellos consideran adecuado y pertinente, la votación subsiguiente podría volver a desaprobar la constitución redactada.
¿Sabrá escuchar el vencedor José Antonio Kast, o el triunfalismo también lo hará creerse dueño de los votos que acaba de recibir?