La moneda china está en el aire. De cómo caiga dependen muchas cosas, entre ellas, que se acreciente o que se reduzca el riesgo de que estalle la Tercera Guerra Mundial.
En su sorpresiva visita a Kiev, Joe Biden dijo que “Ucrania resiste, la democracia resiste, los norteamericanos se alzan con ustedes y el mundo se alza con ustedes”. La reflexión más reveladora que, en la misma ocasión, hizo el anfitrión del presidente norteamericano, es que “si China se alía con Rusia, habrá una Tercera Guerra Mundial”.
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El jefe de la Casa Blanca trazó la línea que divide al mundo en esta nueva “confrontación Este-Oeste”: es un enfrentamiento entre la democracia y el autoritarismo. Los países con Estado de Derecho están en una vereda y, en la vereda enfrentada, están las dictaduras y demás regímenes autoritarios.
El razonamiento se completa con el aporte de Volodimir Zelenski. El conflicto que desde hace un año se desarrolla en Ucrania es el punto donde pueden hacer contacto los dos gigantes de la vereda autoritaria. Si eso ocurre, estallará la Tercera Guerra Mundial.
¿Por qué China patearía un tablero internacional en el que lleva décadas avanzando a paso redoblado hacia el liderazgo mundial, detonando un conflicto de final incierto? Quizá porque a Xi Jinping lo presionan los halcones del ejército y del ala dura del PCCh, o porque la economía lleva algunos años sin crecer a “tasas chinas” y eso podría debilitar el liderazgo del partido.
Hay otros actores que podrían empujar a sus aliados a una tercera gran guerra. El régimen norcoreano cada vez parece más decidido a usar sus misiles nucleares y cada vez preocupa más a sus vecinos surcoreanos y japoneses probando esas armas en las cercanías.
Desde un régimen marginal y lunático como el que encabeza Kim Jong-un, hasta un país gigante, crucial en términos geopolíticos y militarmente poderoso, como Rusia, podrían detonar la tan temida Tercera Guerra Mundial si sus líderes se sienten acorralados.
En semejante escenario, para la administración Biden debería ser prioridad un acercamiento con China, como el que había iniciado en la cumbre que mantuvo con Xi en noviembre en Bali, en el marco de un encuentro del G-20, que quedó malogrado por el incidente de los globos chinos presuntamente espías.
Ese incidente frustró un viaje del secretario de Estado a Beijing. En Kiev, el jefe de la Casa Blanca escuchó en boca de Zelenski una de las relaciones de China con el peligro de una nueva conflagración mundial. Las otras son lo suficientemente visibles, como para que Washington priorice la reanudación del acercamiento, antes de que sea demasiado tarde.