Hubo innumerables paros salvajes con privados y con el Estado. Con empresas de capitales cordobeses y de afuera. Siempre.
Ahora se venían sintiendo limitados. La posibilidad de parar una y otra vez se estaba acotando. Esa es la atribución que habían perdido desde la intervención del gremio en setiembre del año pasado.
Por eso este paro récord. Para poder seguir haciendo paros salvajes cada vez que vean una oportunidad de apropiarse de un nuevo privilegio.
Los choferes nos trajeron hasta acá, al punto del hartazgo social. Lo nuevo es el enorme consenso en torno a lo prioritario que es ponerles freno y no regalarles ni una concesión más.
Y lo que explica la radicalización de "los choferes" (que no son todos, conviene recordarlo). Les queda el combustible que les aportan el kirchnerismo y los partidos de la izquierda dura. Y el de los gremios estatales o cuasi estatales. Promotores del conflicto que salieron del closet con el correr de los días.
Pero la mayoría les picó el boleto. Y el grueso de la dirigencia parece haber percibido ese cambio en la mirada de la sociedad.
El "esquema de emergencia" será, en el mejor de los casos, un paliativo parcial e insuficiente. Y tardío. Pero así y todo podría servir para atenuar el brutal impacto de esta batalla que los choferes libran contra la ciudad de Córdoba como tal. El daño sería mayor si lograran llevarnos al destino elegido por ellos. Un recorrido que en Córdoba conocemos de memoria.