El avión que trae a los 42 integrantes de la delegación de Talleres de Colombia pasa a poca distancia del Aeropuerto de Córdoba. El destino final está ahí nomás. Pero, por una disposición del Gobierno nacional que rige desde marzo del año pasado, el vuelo se tiene que alargar hasta Ezeiza. Más tarde, después de unas 3 horas en tierra bonaerense, habrá un nuevo vuelo, que insumirá poco más de una hora, hacia Córdoba.
Esta pérdida de tiempo y dinero, se había dado también en el viaje de ida. Y se repetirá esta semana, cuando Talleres viaje a Brasil por una nueva fecha de la Copa Sudamericana.
El justificativo de la absurda política de concentrar los vuelos internacionales en Ezeiza, impulsada por el Ministerio de Salud de la nación, es que así se puede combatir mejor la pandemia. La ineficacia de esta política quedaba a la vista incluso antes de que se conociera que el millonario negocio de los hisopados en el aeropuerto ubicado en territorio bonaerense estuvo a cargo de un laboratorio fantasma. ¿O acaso en Córdoba (o en Bariloche o Salta) no hay recursos suficientes para los testeos?
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El impacto del cierre de los cielos de todo el país es brutal e innecesario. Los limones que exporta Tucumán al hemisferio norte podrían partir directamente desde allí. O las personas que necesitan volar de Mendoza a Santiago de Chile tendrían que hacerlo sin afrontar el sobrecosto que implica trasladarse primero a Ezeiza.
La política de favorecer al AMBA, donde se vuelca una masa desproporcionada de los recursos que se recaudan en todo el país, es un sello de los anteriores tres gobiernos K. Así, los habitantes de esa jurisdicción ficticia se acostumbraron a privilegios tarifarios de todo tipo. Y el resto del país se habituó a mayores costos, largas esperas e incomodidades varias de nula eficacia.
Con cierta demora, el Gobierno de Córdoba manifiesta ahora que tomó nota del daño causado por el bloqueo aéreo que impuso la Nación. Recuperar el "hub aéreo internacional" es una necesidad de primer orden si se piensa en el desarrollo cordobés. Los beneficios llegan incluso (o, mejor, sobre todo) a quienes nunca viajan en aviones.