La popular regla expresada en la frase "no hay dos sin tres" fue refutada por el gobierno nacional. El Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) habrá durado sólo dos episodios para la mayor parte del país, incluida Córdoba, pese a que la emergencia a la que alude el nombre del subsidio está lejos de haber quedado atrás.
Sí seguirán contando con esa ayuda en la pequeña porción de territorio que rodea a la Casa Rosada. Según el anuncio del presidente Alberto Fernández, el Estado nacional continuará pagando el IFE en el área metropolitana de Buenos Aires. También en Chaco, "y tal vez en alguna otra zona", de acuerdo con el poco preciso mensaje del mandatario.

En Córdoba son casi 740 mil personas las que se quedan sin esos 10 mil pesos. Por lo tanto, habrá $7.400 millones menos circulando en la economía local, que está lejos de haberse reactivado en plenitud. Así, el impacto excederá a los monotributistas de las categorías más bajas, trabajadores informales y empleadas de casas de familia a los que está dirigido el subsidio.
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El fin del IFE puede ser interpretado en algún punto como un castigo hacia distritos que, como Córdoba, trabajaron mejor que otros en la prevención y rastreo de casos, y que demoraron con mayor éxito la propagación del coronavirus. Al final convenía no aplanar tanto la curva de contagios. El récord nacional en la cantidad de testeos conseguido en esta provincia se paga caro.
¿Las condiciones que justificaron la creación de esta ayuda mejoraron tanto? ¿Acaso la crisis del coronavirus ya se superó en las regiones que vienen flexibilizando gradualmente su cuarentena?
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Cuando se lanzó el IFE, el 23 de marzo pasado, el Gobierno Nacional argumentó que lo que buscaba era "sostener la economía de quienes han sufrido un cese de ganancias a raíz de la emergencia". De acuerdo a lo que se puede inferir del confuso anuncio presidencial del viernes, la ayuda se levanta en los distritos en los que la actividad privada autorizada ya supera el 70%. No parecería importar que los niveles de actividad en la mayoría de los rubros que volvieron al trabajo sean bajísimos. Los indicadores económicos catastróficos no cuentan.
Otro aporte fugaz
El Gobierno Nacional también reduce a la mitad la promocionada ayuda estatal al sector privado para el pago de sueldos, con el mismo sesgo georgáfico utilizado para dar de baja el IFE. Es decir, quedan a salvo Buenos Aires y alrededores, Chaco, "y tal vez alguna otra zona". A través del programa conocido como ATP, ahora aportará menos de $17.000 para los empleados de las empresas más afectadas por la crisis, en no pocos casos impedidas de sostener su actividad por las disposiciones oficiales.

Por más razonables que se consideren las restricciones, es innegable que las dificultades que afrontan tantos empleadores para cubrir los sueldos se deben a la excepcionalidad del momento. Por lo tanto, y así lo entiende la dirigencia en todo el mundo, corresponde que el Estado lance un salvavidas a las empresas que regularmente lo financian. Sin pretender adueñarse de esas empresas a cambio.
De hecho, el paquete de ayuda al sector privado argentino no se destaca por su amplitud. No alcanzaría el 3% del PBI, como admitió Alberto Fernández. Cualquiera sea la vara con la que se lo mida, es un auxilio muy inferior a los impulsados no sólo en Europa sino también en los países de la región.
Toda crisis es una oportunidad
La emergencia desatada por el coronavirus pareció una ocasión ideal para simplificar el enmarañado esquema de subsidios que impera en la Argentina. De hecho, en muchos países se debate que los paquetes estatales de ayuda sirvan como base para un sistema de ingresos universales.
Desde el Ministerio de Desarrollo Social habían adelantado que aquí también buscarían crear un subsidio de esas características. Este nuevo ingreso coexistiría con la Asignación Universal por Hijo. No llegaron a precisar cuál sería el monto ni los requisitos de exclusión para acceder al beneficio.
Pero con el anuncio de esta semana de que el IFE se elimina en buena parte del país, la versión argentina del ingreso universal parece más lejana. Por ahora, la pandemia refuerza la discrecionalidad presupuestaria y la concentración de recursos en Buenos Aires.