La Justicia de Córdoba ha sumado un mérito más a los que ya ha acumulado para ser considerada una de las instituciones más desprestigiadas de la sociedad.
Aquel Poder Judicial diferente al del resto del país sólo ha quedado en esos formales discursos de actos endogámicos donde los magistrados se elogian a sí mismos y aprovechan para pedir que les paguen más.
La ceremonia de apertura del último año judicial, el 10 de marzo pasado, el presidente del Tribunal Superior, Sebastián López Peña, fue ovacionado cuando reclamó mejoras salariales por la vía de la equiparación con las remuneraciones de los jueces federales. Los recibos con un neto en el bolsillo de más seis dígitos son más que frecuentes entre magistrados y funcionarios del Poder Judicial cordobés.
Esos vítores a su accionar sólo se dan puertas adentro. O en expresiones como la del fiscal Julio Rivero que en su alegato en Río Cuarto para sellar la impunidad del caso dijo que la Justicia de Córdoba era la mejor del país.
Hace una semana el femicidio de Cecilia Basualdúa dio un paso importante también hacia la impunidad.
Se unieron
El crimen de Nora Dalmasso no fue el crimen perfecto. Fue la conjugación de desidia y mala praxis judicial, fuertes intereses económicos y presiones políticas. Ese triángulo convirgió en un vértice: nunca sabremos quién la mató o la mando a matar, ni mucho menos por qué.
Sobrevolaron por un juicio, que ya se sabía de antemano estaba encaminado al fracaso, las sombras de negocios millonarios, que tuvieron y siguen teniendo algún grado de protección.
La mayoría de los acusados tenía fuertes ligazones con el poder, en años en los que Río Cuarto era la residencia del gobernador y funcionaba como capital alterna.
Pero casi no apareció eso en el debate. Sin querella y con un fiscal que no tenía nada sólido, los testigos que fueron aportaron poco.
Es que el proceso comenzó 15 años y medio después del hecho. Muchos protagonistas ya ni están en este mundo.
Y la Justicia cordobesa dio muestras desde el primer minuto que apareció el cadáver en el country de Villa Golf de Río Cuarto que estaba dispuesta a hacer todo mal.
+ MIRÁ MÁS: El fiscal dijo que el asesino de Nora Dalmasso “está en el cinto de la bata”
Contaminación de la escena del crimen, gran cantidad de personas merodeando, personajes del poder más que interesados en las primeras medidas. Fue el arranque. Después siguió una de las pesquisas más erráticas con un desfile de fiscales.
Jamás hubo compromiso institucional en esclarecer un asesinato que conmocionó el país.
Y el resultado estaba cantado.
La impunidad en una Córdoba donde al poder no se lo investiga está cada vez más consolidada.