En la segunda mitad del año que termina, los astros se alinearon a favor de Vladimir Putin. Del comienzo desastroso de su invasión a Ucrania, con la derrota rusa en la ofensiva sobre Kiev y repliegues vergonzosos como el de Jersón, pasó al éxito del sistema defensivo montado en los territorios que ocupa, haciendo fracasar la tan anunciada contraofensiva ucraniana.
A eso se sumó la guerra en la Franja de Gaza, distrayendo hacia Oriente Medio la atención del mundo entero y, en particular, de los Estados Unidos, que concluye el 2023 armando una coalición internacional para liberar el tránsito en el Mar Rojo de los misiles y drones con que los hutíes de Yemen están atacando, desviando y encareciendo el transporte en buques de carga.
Todo confluye en la fatiga del respaldo económico con que las potencias occidentales han sostenido la voluntad de lucha de Ucrania.
Los tanques Leopard, Abrams y Challenger que recibió el ejército de Ucrania, no pudieron atravesar los vastos campos minados y el sistema de fortificaciones que levantó el ejército invasor mientras Kiev preparaba su contraofensiva.
+ MIRÁ MÁS: Casos en el mundo de economías totalmente abiertas y desreguladas
Los republicanos traban en el Congreso norteamericano los fondos que Zelenski necesita desesperadamente, dando una muestra de lo que ocurrirá el año próximo si Donald Trump vuelve a la Casa Blanca: el corte total de la ayuda indispensable para sostener la resistencia contra la invasión.
Zelenski repite como disco rayado que no detendrá la lucha hasta haber reconquistado la totalidad del territorio invadido por Rusia. Pero sus palabras chocan contra la realidad que justifica la confianza recobrada por Putin, al concluir un año en el que enfrentó la rebelión del Grupo Wagner, eliminó a su líder y ex aliado Yevgueni Prigozhin, y finalmente, envalentonado por la circunstancia favorable, hizo desaparecer al principal disidente: Alexei Navalni.
De paso, proscribió la candidatura presidencial de Ekaterina Duntsova, una periodista muy crítica de su régimen y de la invasión a Ucrania.
De tal modo, el jefe del Kremlin lanzó también una ofensiva descarada y despiadada en el frente interno.
A esa altura, ya había mostrado sus “quintacolumnistas” dentro de la OTAN: el presidente húngaro Viktor Orban y el autócrata turco Recep Tayyip Erdogán. Orban es el arma principal de Putin contra Ucrania dentro de la Unión Europea, mientras que Erdogán lo es en la Alianza Atlántica.
Al líder turco lo premió concediéndole el tiro de gracia azerí sobre Nagorno Karabaj, completando la limpieza étnica de los armenios mientras Moscú cajoneaba su rol en ese rincón caucásico.