Por vos, Joaquín, vamos a conocer una realidad que muchas veces no vemos. No la realidad del gatillo fácil que vimos y aún tratamos de dimensionar con la muerte de Blas. Si no la realidad del norte de Córdoba.
Lo difícil y lejano que es el futuro en el norte de Córdoba. Lo difícil y lejano que es prosperar cuando la única salida, el único salvavidas que te lleve a una vida mejor es aspirar a ser policía. Con todo lo honroso y loable que tiene esa profesión para aquellos que la eligen, entre otras, como un rol en la sociedad; en los pueblitos del norte es la única, no la mejor.
Esa soledad desértica de ambiciones la hace peligrosa. Cuando empecé a ser periodista, me llamaba la atención que los comisarios a los que entrevistaba tenían esa tonadita típica del norte y del noroeste: eran de Soto, San Francisco del Chañar, Las Arrias, Chancaní.
Después, con los años me enteré de que los departamentos más pobres son los principales proveedores de los hombres y mujeres que forman las filas de nuestra policía.
Vienen pocos policías de San Francisco, Villa María o Río Tercero. En esos lugares hay trabajo, con más o menos posibilidades dependiendo del impacto de la crisis.
Pero en lugares como Paso Viejo toda esa pobreza de futuro es constante.
+ MIRÁ MÁS: El dolor de la familia de Joaquín Paredes
Hoy me contaba Leticia, una de las profesoras de Joaquín en el colegio, que dos de los cinco policías del trágico proceder fueron alumnos también de ella.
Por vos, Joaquín, vamos a conocer ese norte. No te conocí pero hoy veía a tus amigos en la tele.
Los imagino, como a los chicos de tantos pueblos, buscando el wifi de la comuna en la plaza, pasando el rato, matando el tiempo sin nada que hacer.
Esperando que pase una chata que vaya a la papa para hacer unos mangos en la cosecha como hacías vos.
Este año, Joaquín, me contaba la profe que se quedaron sin ese futuro que les muestran en las aulas.
Que no todos cumplen con los trabajos por los problemas de conexión, por lo virtual y frío del sistema, y la eterna pregunta de “para qué”.
Para qué estudiar, para qué anotarse en una carrera universitaria, allá lejos en Córdoba, si no hay plata ni para vivir acá.
Para qué aspirar a ser médico si no tenés recursos para pagar la privada que te prepare para el cursillo.
Para qué renegar tantos años si en un año se puede volver con un sueldo y un arma.
No son argumentos que se me ocurren, son los argumentos que escucha cualquier docente de los departamentos Rio Seco, Cruz del Eje o Minas.
Sin futuro
Hoy me contaba un amigo que en Puesto de Castro, un pueblo similar a Paso Viejo, estaban contentos porque siete chicos venían para presentarse a la escuela de Policía (siete chicos en Puesto de Castro debe ser el 60 por ciento de la población que termina la secundaria). Para esos chicos, que ojalá un día sean honrados custodios de la seguridad pública, no fue una opción. Fue eso o aspirar a un plan.
Por vos, Joaquín, que no te conocí pero me imagino tu tonadita y tus inquietudes de adolescente, vamos a conocer que esa realidad te deja crudo ante un montón de vicios que rondan la pobreza: las drogas, el alcohol (dos que llegan más rápido que el wifi), la falta de clubes, la falta de actividades y, para colmo, una pandemia que te dejó sin aulas y sin el consejo paterno de un profesor que te ayude mirar un futuro.
Me contaba la profe Leticia que este año te costó mantener al día los trabajos prácticos, que estabas trabajando en la papa, que pasabas mucho tiempo con los amigos, y que a veces la conexión falla.
Me contaba que una vez que vuelven al pueblo, los policías a veces los miran al resto por arriba del hombro.
Que se forma una tensión entre los que llevan uniforme y los que no logran zafar de su destino.
+ MIRÁ MÁS: Quién era Joaquín Paredes
Cuando le pregunté a la profe Leticia por qué creía que se daba esa tensión me dijo “porque vuelven con poder”.
De eso se trata esta historia, Joaquín. La falta de poder que se siente en el norte de Córdoba: poder estudiar, poder crecer, poder vivir.
Yo puedo decir esto, Joaquín, porque hace muchos años, cuando mi papá murió, mi mamá juntó los chicos y se vino a Córdoba por la falta de posibilidades que había en el norte.
Sin su valentía, yo hoy no podría y quizás hubiese sido un Joaquín. Ojalá esta historia nos sirva a todos, para regar ese futuro desértico de posibilidades que se vive en los “Paso Viejo”.