En momentos en que el país los observa como contendientes de una batalla que se libra en las calles, en la política, en los tribunales y en otros estrados, Mauricio Macri y Hugo Moyano se benefician mutuamente en un enfrentamiento que es funcional a los intereses de los dos.
En diferentes escalas y medidas, a ninguno de los dos les sobra oxígeno político y esta pelea les termina –por canales distintos– insuflando aire a cada uno.
Macri ha construido su capital político en función de tener alguien al frente como contendiente. Concretamente, Cristina Fernández de Kirchner fue clave para que el líder de Cambiemos lograse el respaldo y la legitimidad que sus acciones de gestión le han escamoteado. Después de la derrota electoral de octubre, Cristina salió de escena y automáticamente se cayó Macri.
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Está pasando un verano complicado, con los niveles de aceptación más bajos en lo que va de su gestión y con un dato preocupante: por primera vez, hay más gente que cree que la situación empeorará de la que considera que mejorará.
El Presidente y los suyos han andado estos meses de receso parlamentario y escasa actividad política buscando un contendiente que los legitime. Y Moyano parece caerle como anillo al dedo.
El líder de Camioneros, un viejo conocido de los Macri y que cultivó una estrecha relación con el jefe de Estado hasta hace pocos meses, no es una de las figuras más populares en Argentina. Sus metodologías le han servido para obtener conquistas para sus seguidores pero lo han desprestigiado ante vastos sectores de la población.
Moyano es un dirigente que miran con desconfianza en el sindicalismo argentino y en el peronismo, donde se ha ido peleando con más de un sector, incluido el kirchnerismo.
Pero es tal la atomización opositora y la falta de liderazgos, que se tuvo que sumar a Moyano para protestar contra Macri.
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Y ahí el dirigente sindical, en una situación judicial y política por demás incómoda, logró el respaldo del kirchnerismo y de la izquierda, dos espacios que hasta hace horas hablaban pestes del Camionero y a los cuales el líder gremial no se ha privado de manifestar cierto desdén.
El acto de Moyano fue importante, pero tuvo la impronta de que tuvo que dedicar más energía a referirse a los procesos penales que enfrenta que a la descripción de la complicada situación económica del país.
Ganó él y ganó también Macri, que vio por televisión como la oposición a su gestión sigue sin encontrar un líder que goce de respaldo social.