¿Aguantan los parches sin que se rompa el dique? Y si aguantan, ¿cuál es el costo que está dispuesto a pagar el Gobierno?
Estas son las preguntas que hoy atraviesan la economía cotidiana. El parche es una resolución del Banco Central, que dispuso darle dólares a las empresas en una cantidad equivalente al 105% de lo que les dio en el 2021 y hasta el 115% si es una Pyme.
Todo lo que supere esa cantidad lo deben afrontar de sus ahorros (porque las empresas, como los particulares, también tienen dólares); los tienen que conseguir en los dólares libres (el dólar Bolsa -MEP- y el Contado con Liquidación -CCL-, que no afectan las reservas) o tienen que conseguir que alguien (un banco o el proveedor) se los financie, algo difícil en un país con 2.500 puntos de riesgo.
El problema es que en el 2021 ya existían restricciones a las importaciones y si bien la actividad económica creció 10%, fue rebote de lo caído en el 2020. Con este cepo, no hay margen de crecer vigorosamente. Es mantener lo que había, seguir en la meseta.
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Pero esa ha sido la elección del equipo económico. Era eso o ir a una “devaluación brusca”, como reconoció el propio titular del Banco Central, Migue Pesce.
Con esas declaraciones, admitió que la situación es extremadamente delicada. El mercado lee entonces un manotazo de ahogado, el último intento antes de decidir otra cosa.
¿Qué podría seguir si este parche no aguanta?
Una posibilidad es que, teniendo reservas negativas, el Gobierno use dólares que no son propios, sino de los ahorristas que dejaron sus dólares (dólares, no pesos) en los bancos y que tienen un encaje obligatorio que integra las reservas brutas. Temerario, porque desataría una ola de desconfianza generalizada imposible de frenar.
Otra posibilidad es que se avance sobre el dólar tarjeta y el que demandan los viajeros cuando gastan en el exterior. Hoy, unos 700 mil ahorristas pueden comprar solo 200 dólares por mes para ahorro (a 215 pesos, con impuestos), pero quien está en el exterior puede gastar sin límites euros o dólares, debitando de una caja de ahorro en pesos, a 215. En abril, esa cuenta se llevó 400 millones de dólares y viene creciendo.
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La otra posibilidad es que el dólar suba de precio. Hay pocos dólares a 135, que es lo que pagan los importadores cuando le piden al Central o lo que cobran los exportadores (menos las retenciones) cuando liquidan sus ventas; pero a otro precio podrían no ser tan escasos. Entre enero y junio del 2022 la inflación habrá acumulado 30%, pero el dólar oficial se movió 21%. Hasta el blue está atrasado: debería estar en 265 para acompañar la inflación del año.
El problema es que devaluar en un país que galopa al 70% de inflación es temerario, sobre todo si se encara sin un plan y desde la extrema debilidad política. Ninguna alternativa es indolora. La gran duda es si la que eligió el Gobierno, aguanta.