En Dahiya estaba el cuartel general de Hizbolah. Toda la cúpula militar y buena parte de la dirigencia política de esa organización político-militar abocada al terrorismo, se encontraba en ese suburbio del sur de Beirut. Por eso, la respuesta israelí a los ataques de la milicia chiita en el 2006 se concentró en ese barrio de la capital libanesa. Los bombardeos fueron tan abrumadores que, en un par de semanas, Dahiya quedó reducida a escombros y se convirtió en sinónimo de respuesta desproporcionada llevada a cabo sin tomar en cuenta las muertes civiles.
Los líderes de Hezbolá que sobrevivieron porque no estaban en el cuartel general, dijeron que no esperaban un ataque de semejante envergadura como respuesta israelí a sus atentados. Y existen razones para creer que no mentían. Los había sorprendido que Israel lanzara bombardeos aplastantes sobre toda una zona superpoblada, sin preocuparse por las víctimas civiles que se producirían de a millares.
En cambio Hamás no se sorprendió por la abrumadora ofensiva israelí sobre Gaza. Esta respuesta al pogromo sanguinario del 7 de octubre, es exactamente lo que la cúpula de la organización terrorista esperaba que Israel hiciera. Para eso fue precisamente el ensañamiento del ataque a las aldeas agrícolas, kibutzim y también al festival musical que fue blanco de las masacres cometidas con sobreactuada alevosía.
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El ataque de Hamas fue tan grave, que no podía tener como respuesta otra cosa que no fuera una ofensiva destinada a erradicar totalmente a Hamás de la Franja de Gaza. Y a ese tipo de acciones, desde el 2006, Israel las lleva a cabo siguiendo el modelo que inauguró en Dahiya.
La diferencia de esta guerra en Gaza con todas las anteriores que Israel mantuvo con Hamás y con Hezbolla, es que esas dos organizaciones ya no son grupos terroristas con brazos milicianos con capacidad para cometer atentados terroristas y sostener combates que causen víctimas israelíes, pero en modo alguno vencer al ejército israelí. Ahora, sus combatientes han recibido adiestramiento militar y también cuentan con modernos armamentos y tecnología de avanzada. Además, ya no están más separados por la rama del Islam a la que pertenecen. Hezbolá es chiita y Hamas sunita, pero ambos son parte del dispositivo diseñado, adiestrado y dotado de sofisticado armamento que tiene a Irán en el vértice donde se planifican tácticas y estratégicas, además de diseñarse los objetivos de corto y largo plazo.
En ese dispositivo están también las milicias chiitas de Irak y las de los alauitas sirios, además de los hutíes del Yemen, que también son chiitas. Todos han estado mostrado un importante poder de fuego. Y el país que está en la mira de todos es Israel.
El bombardeo que devastó Dahiya en el 2006 matando a buena parte de su comandancia, no acabó con ese partido-militarizado surgido en el marco de la invasión israelí al Líbano en 1982. El debilitamiento que le causó lo hizo aún más dependiente de Irán, del cual se convirtió en un brazo terrorista de acción en otros rincones del planeta.
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Del mismo modo, es probable que la devastación causada en Gaza, aunque destruya todo el arsenal de Hamas y sus laberintos subterráneos, además de diezmar a su comandancia y liderazgo político, difícilmente hará que esa organización terrorista deje de existir. Hamás está preparado para ser diezmado en esta ofensiva israelí. Su función es que la tarea de aplastar su maquinaria militar alcance tales niveles de destrucción y de muertes civiles, que incremente la presión en el mundo, hasta llegar al punto en que Hezbolá lleve lo que hasta ahora han sido esporádicos enfrentamientos en el norte, a una guerra abierta y total.
El gobierno ruso estaría aportando sus ejércitos de hackers y de trolls para aportar indignación que lleve multitudes a las manifestaciones que van creciendo en Europa, en Australia, en Estados Unidos y en otros países del mundo.
La guerra de Gaza no se libra solo en Gaza. Y la faz militar no es la más crucial de esta contienda para el futuro de israelíes y palestinos. Pero para esa otra dimensión, el gobierno de Netanyahu carece de planes y de ideas.