Podés elegir el rival para la final el 15 de julio en Rusia. Casi seguro que tachas Brasil, Alemania, Inglaterra, Portugal, España... y te ponés a buscar entre esos otros rivales que, al menos en los papeles, son más “ganables”.
Eso que quisiéramos hacer como hinchas de fútbol pero no se puede, tal vez sí esté habilitado para la política.
Elegir el rival electoral, o al menos intentar elegir el rival electoral, es la clave para entender esta engorrosa y muy mal actuada pelea entre Juan Schiaretti y Unión por Córdoba, por un lado, y Ramón Mestre-Mario Negri y Cambiemos, por el otro.
Los parecidos entre ambos espacios políticos, la sintonía con el Gobierno Nacional y los largos años de evitar las confrontaciones por temas trascendentes en Córdoba hacen que esta tenida entre el gobernador y el intendente capitalino sea una novela muy poca atractiva, con una burda interpretación del libreto.
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Schiaretti y Mestre se necesitan mutuamente. Hasta acá fueron casi socios políticos en nombre de las relaciones institucionales, ahora se requieren como rivales.
Los dos tienen problemas hacia adentro. El gobernador parecía tener el camino allanado hacia la candidatura a la reelección pero en el peronismo le están mandando mensajes que la elección del año que viene puede ser más que complicada, en especial si la gente toma en cuenta que podría implicar la continuidad de Unión por Córdoba por casi 25 años seguidos en el poder.
Ya apareció José Manuel de la Sota diciendo que él no es el que pone carteles que le pida que vuelva. Como para dejar claro, por si alguien no vio los carteles, que hay pedidos para que se presente por un cuarto mandato no consecutivo.
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De la Sota quisiera ser candidato a presidente, pero sigue sin aparecer en ningún ranking de nominados con relativas posibilidades.
El flamante diseñador de ropa le dijo a los suyos que si Cambiemos no va dividido a la próxima elección provincial, la continuidad del PJ en el gobierno corre severos riesgos. Y ahí andan los legisladores oficialistas tratando de pergeñar alquimias que faciliten esa ruptura.
Si no se da, Schiaretti sabe que tener enfrente a Mestre como rival le da la ventaja que le puede endilgar las dos gestiones en la ciudad de Córdoba.
Mestre sabe perfectamente que no es el favorito de Mauricio Macri y que no es el que mejor mide de Cambiemos. Por eso, necesita aparecer como el que más enfrenta a Schiaretti y que sea el gobernador el que busque la reelección.
Por eso, dice, sin convicción, palabras como “emperador”, que sólo le festejan sus acólitos en las redes. Mientras, Macri aparece como el gran elector. Sería una especie de Gianni Infantino, el presidente de la FIFA.
Está claro que al Presidente no le convencen ninguno de los anotados que hay en Cambiemos y que su relación con Schiaretti es más que buena.
En la disputa que hay entre el Gobierno provincial y los intendentes por mantener o sacar tasas municipales en las facturas de servicios públicos, la Nación parece estar más del lado de la administración peronista que de los jefes municipales cambiemistas.
Y como en todos lados saben que la atención ciudadana se va alejando de estos avatares políticos a medida que se acerca el Mundial, Schiaretti y Mestre van a seguir haciendo como que se pelean para estar lo mejor posicionados después de Rusia.
Además, y eso está más que claro, ambos saben que ninguno es Messi y que alguna ayuda extra van a necesitar sí o sí si quieren la Copa de la Gobernación 2019.