En cada provincia que va a las urnas pasa lo mismo: gana el oficialismo. A veces con más votos que en 2015 (en el caso de Córdoba, con 17 puntos extra) y a veces con menos. Pero la norma es esa. Pasó el domingo en Entre Ríos, Jujuy, Chubut y Tucumán. Y en las PASO mendocinas. En todas las elecciones provinciales que hubo hasta ahora se impuso el que estaba al mando.
Los que ganan pueden ser del PJ, de alguna facción de Cambiemos o de partidos provinciales. Pero la “ola reeleccionista" es la tendencia que distingue a este 2019. Van 10 triunfos oficialistas sobre 10 elecciones. Un rasgo característico aunque de aquí en más en alguna provincia haya recambio.
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¿Cómo se explica el fenómeno? ¿Acaso todos los gobiernos provinciales son tan buenos que merecen una aprobación general tan contundente? En alguna medida es eso lo que está pasando. Las administraciones son percibidas como exitosas, porque están mucho más holgadas que en el ciclo político anterior.
Un poco por convicción, otro por debilidad política, el gobierno de Macri, que fue frágil desde el inicio y debió someterse a desgastantes negociaciones en busca de apoyos parlamentarios, transfirió recursos a las provincias como nunca antes. Eso derivó en provincias financieramente saneadas (salvo deshonrosas excepciones, como la del distrito petrolero que comanda la cuñada de la ex presidenta, en constante riesgo de colapsar) aún en épocas de ajuste de la economía.
Provincias cuyos gobiernos pueden exhibir gestiones que satisfacen a sus electorados. Hoy, este renovado federalismo, como hacía décadas no se veía en la Argentina, impulsado también por el tardío fallo de la Corte que benefició a Códoba, Santa Fe y San Luis en 2015, se traduce en administraciones locales electoralmente imbatibles.
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La gran incógnita es si esta tendencia se mantendrá en las elecciones nacionales que afrontaríamos en tres actos, en agosto, octubre y noviembre. ¿Alcanzará la ola reeleccionista a la administración nacional?
Es lo que en secreto prefieren muchos de los gobernadores que vienen siendo reelectos aunque públicamente lo oculten. Saben que para la continuidad de sus electoralmente exitosas gestiones es fundamental evitar un regreso al centralismo feroz que rigió en la Argentina entre 2003 y 2015.
Si la crisis es tan extraordinaria como afirma cierto aparato comunicacional, afín a dirigentes y "empresarios": ¿tan bien gobiernan todos?
A ver si este ejemplo ayuda a terminar con la manía de "nacionalizar” resultados provinciales (o "provincializar” municipales). En Jesús María, hace menos de un mes Schiaretti arrasó con el 58%. El domingo, el candidato a intendente de la UCR sacó el 54% y segunda quedó la del Pro. Sumados quedaron a décimas del 90%.
Cada elección es cada elección.