Empezaron a caer las primeras gotas. Eran las 22.30 del domingo. Esa tormenta, que amagó todo el día, parecía que iba a arruinarlo todo.
La gente bailaba feliz con el show de Karina bajo la lluvia, que hasta el momento se toleraba sin demasiado problema. Los organizadores empezaron a ponerse nerviosos. Le pedían a la Princesita que terminara ya aunque ella decía una más y lo seguía alargando.
En la otra punta del predio, miles de fanáticos ya estaban apostados guardando el lugar para ver de cerca lo que en realidad querían ver. Las gotas caían cada vez más seguido.
Se despidió la Princesita y a los pocos minutos empezaron a sonar los primeros acordes de Seguí en carrera. Para ese momento, la lluvia ya mojaba en serio y el viento le volaba los rulos a La Mona: “Dale que ya para en 15 minutos”, decía.
Siguió Despierta corazón, Te lo juro vieja, y la lluvia nunca paró sino que se hizo cada vez más intensa. El cielo se iluminaba con los rayos y cada trueno animaba los gritos del público, que cada vez estaba más eufórico. Pero el viento tiraba agua como baldazos sobre el escenario, poniendo en peligro a todos los que estaban arriba, técnicos, músicos e incluso al mismo Jiménez.
Comenzaron a fallar las pantallas y hubo que parar el show. Para ese entonces el predio era un barrial y la gente empezó a buscar refugio en las carpas de sanidad, bajo una lonas de publicidad, en las barras y hasta dentro de las caballerizas del hipódromo.
Los de adelante no se querían ni mover y clamaban por que vuelva su ídolo: “Oh le le/oh la la/ vinimo a ver La Mona/La Mona donde está”.
Pero la lluvia no daba tregua y el show se dio por terminado a las 23.20.
El dinero
El lunes por la mañana Carli Jiménez, el productor del festival , anunció en sus redes personales y en las del evento que iban a devolver el dinero de la gente que compró sus tickets de comida y bebida y que no pudo canjearlo.
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Sobre las entradas, aclararon que no se devolverá nada. ¿Corresponde que lo hagan? Si bien el grueso del público asistió a ver el gran regreso de La Mona, lo cierto es que más del 70 por ciento del evento se cumplió con normalidad. El domingo actuaron Los Palmeras, Piñón Fijo, Karina, La Banda de Carlitos y Lorena Jiménez, es decir todos los artistas confirmados en la grilla.
Sobre la actuación de La Mona, hay que decir que no se suspendió por algo que tenga que ver con el artista. Cuando el clima complica las cosas, no hay muchas alternativas más que suspender. Duela a quien le duela.
Incluso, me atrevo a decir que por cuestiones de seguridad la Mona no debería haber salido a cantar. Sin embargo, su equipo corrió los instrumentos unos metros más atrás y comenzó el show. La Mona lo intentó.
Sobre las repercusiones del después, se pueden englobar en tres tipos:
Los que no fueron, que reclaman la injusticia por los que pagaron tres mil pesos por tres temas y medio. Opinan desde afuera y sin haberlo vivido.
Los que fueron por curiosidad a conocer, para justificar de una vez la frase que repitieron hasta el cansancio de “no me voy a morir sin ir a un baile de la Mona”. Se fueron con gusto a poco. Algunos pretenden la devolución de su entrada o que se reprograme, otros se conforman con haber bailado con Karina y Los Palmeras y al menos haber vivido un poquito de la mística de los bailes de Jiménez.
Los verdaderos fanáticos de La Mona. Los que fueron con su familia a vivir la magia de ese ídolo que escuchan desde chiquitos y al que veían cada fin de semana, aunque ahora la pandemia los alejó. Para ellos, cualquier ratito con La Mona es un tesoro preciado que guardarán en sus corazones hasta el último minuto de sus vidas.
Este fin de semana, los jimeneros fueron felices. Desde que empezó sabían que en cualquier momento se terminaba, por eso lo vivieron con mucha más intensidad que el primer día. Es cierto, tres canciones y media no alcanzaron para saciar las ganas contenidas de ese Sargento que parece que nunca vuelve.
Sin embargo ver a Carlitos, su Dios cordobés, dándolo todo empapado bajo el agua con 71 años, fue suficiente para llenarles el corazón de esperanza de una próxima vez, porque pudieron ver con sus propios ojos, sin pantallas de por medio, que todavía le sobra resto para seguir en un escenario, con o sin pandemia.