El tiempo pasa para todos, incluso para el mejor jugador del mundo. Desde hace tiempo, Messi no muestra la explosión con la que solía maravillar a todos en Barcelona. Sucede en su club y en la selección. Hay muchas razones para justificar el cambio pero, como siempre, la más simple suele ser la correcta.
El devenir del tiempo genera cambios en el físico y pasa factura a tantas temporadas corriendo al máximo nivel. A los 33 años, Messi no es el mismo que cuando tenía 25 y debió adaptar su juego para seguir en carrera.
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Ya no es el temible goleador que rompió redes en todos los estadios del mundo y mutó su ADN. Messi es humano, aunque parezca increíble. Ahora debió retroceder en el campo de juego y encargarse de otro momento de la jugada. Pasó de ser un finalizador a convertirse en un armador y asistidor de sus compañeros.
Messi comparte equipo con jugadores diez años menores que él y es marcado por futbolistas que crecieron viendo todos los fines de semana su magia por televisión. Esa diferencia física se nota en cualquier cancha del mundo. Fue virtud de Messi darse cuenta a tiempo y adaptarse para sobrevivir.
Quien pretenda que esa brecha generacional pase desapercibida, nunca corrió detrás de una pelota. Quien quiera seguir viendo a Messi correr como hace diez años, le sugiero que vea un video en Youtube.
Junto a la cuestión física y táctica dentro de la cancha, hay un cambio de actitud que se acentuó, principalmente, en la Selección Argentina. Este Messi entendió que el equipo necesitaba otra cosa de él. Cómo capitán, ahora está más combativo con los rivales y protestón con los árbitros. Esta faceta se valora dentro del equipo pero, desde la tribuna, poco se reconoce.
En el empate 1 a 1 frente a Paraguay la Selección Argentina volvió a mostrar falencias. Le faltó fluidez en el juego y llegada al arco rival. Si bien los últimos veinte minutos fueron muy buenos no alcanzaron para superar a un equipo guaraní que volvió a ser un dolor de cabeza para nuestro país.
Messi fue, desde su nuevo rol, el abanderado de la levantada del equipo en el segundo tiempo. Sin embargo, su gol anulado por el VAR lo sacó del partido y los últimos minutos estuvo más pendiente del árbitro que del juego. Esa jugada, polémica pero lícita en el reglamento, lo privó de cerrar un gran partido.
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Tantas veces salvador, anoche a Messi no le alcanzó para hacer mejor al equipo. Si hay algo que no se le puede reprochar a la Pulga es su compromiso. Cuando Argentina la pasaba mal, retrocedió unos metros para buscar la pelota, aun sabiendo que la brusca marca paraguaya lo haría perder más de lo que ganaría.
Del mejor jugador del mundo se espera siempre más. Desequilibrio, magia, algo inesperado que nadie puede lograr. Sin embargo hay partidos en los que hay que trabar más de la cuenta. Igualmente, Messi, aun en su faceta más terrenal, sigue siendo Messi.
Alerta spoiler: este es el Messi que se verá cada vez más seguido dentro de una cancha. En vez de criticarlo, los invito a disfrutarlo porque no sabemos hasta cuando lo veremos dentro de una cancha.