El escándalo desnuda ese viejo vicio de ser descuidado cuando se administran recursos públicos. Y, en algún caso, deja al borde de aquella peor (y delictiva) práctica de confundir lo público con lo propio.
Esa es la médula de esta situación que envuelve a la gestión de Martín Llaryora, que se inició con aquel singular pedido de Ulises Bueno de fiestita de cumple pagada por la Municipalidad y derivó en una serie de contrataciones y erogaciones controvertidas.
El eje es el manejo de los fondos públicos. El poco celo que se pone de parte de los administradores temporales del Estado en un país, una provincia, una ciudad absolutamente empobrecidos es central en la tragedia argentina.
Pero el escándalo de los fondos municipales ha dejado secuelas desde la política partidaria. Obvio que es el aspecto colateral del asunto, pero no deja de mostrar la manera que se dirime la lucha por el poder.
Uno menos
Para dentro de la Municipalidad dejó un precandidato a intendente fuera de pista, al menos por ahora. Miguel Siciliano, secretario de Gobierno, sólo se tendrá que contentar con que no lo echen a patadas, destino que probablemente tendrán algunos integrantes de su equipo como el director general de Turismo, Pablo Bianco.
Siciliano reducirá su perfil a cero y hará equilibrios para sobrevivir en el gabinete municipal.
El viceintendente Daniel Passerini tendrá, en cambio, un perfil mucho más alto y será el nuevo beneficiado de la promoción municipal. El secretario de Transporte, Marcelo Rodio, lo secundará en un segundo plano.
Otra anotada por la sucesión municipal, Alejandra Vigo, también celebra la marginación de Siciliano.
Mensaje central
Pero el tema político partidario central tiene que ver con los mensajes que llegaron desde el Centro Cívico en medio del escándalo.
El tembladeral por los gastos se inicia por filtraciones que difundió la oposición pero que al gobernador Juan Schiaretti le sirvieron para notificar cierto resquemor por el alto perfil que estaba teniendo el intendente Martín Llaryora.
Llaryora es el casi seguro candidato a gobernador de Hacemos por Córdoba, pero se venía comportando ya como el nuevo líder del peronismo cordobés.
Y a Schiaretti no le gustó para nada este velado intento de jubilación anticipada.
Los funcionarios más cercanos a Llaryora tomaron nota que algunos mensajes en medio del escándalo tenían la firma oculta de operadores que el gobernador sólo usa en casos extremos. De lo más cercano en su círculo político.
+ MIRÁ MÁS: Show de Ulises: "Hubo un problema de coordinación de comunicación”
Por eso, dicen cerca del intendente que está de viaje por Estados Unidos, se viene un replanteo de la acción política.
No habrá por un tiempo eventos masivos de promoción organizados por la Municipalidad, se mostrará el intendente activo con temas de obras públicas, le bajará el perfil a las acciones de campaña y se sentará con el gobernador a reconocerle su liderazgo.
Son algunas secuelas políticas del escándalo. No las más importantes. Esas siguen siendo la manera en que se usan los recursos públicos.