China y Estados Unidos inician una escalada de tensión por el globo del gigante asiático que atravesó el cielo norteamericano hasta ser derribado sobre el Atlántico.
El incidente que frustró el viaje de Anthony Blinken a Pekín, donde se disponía a negociar la seguridad de Taiwán buscando conjurar una invasión de la isla, es un curioso capítulo en la historia del espionaje aéreo.
Los dos mayores incidentes producidos en ese terreno, fue por acciones norteamericanas. En 1960, los soviéticos derribaron sobre su territorio un avión espía U-2, capturando al piloto estadounidense y detonando una peligrosa escalada de tensión entre Washington y Moscú, en plena Guerra Fría.
Estados Unidos llevaba años realizando esas misiones aéreas que resultaban inalcanzables para los aviones y el fuego antiaéreo soviético. Pero en mayo de 1960, un misil S-75 alcanzó a la nave y su piloto, Gary Power, se eyectó y fue capturado en tierra.
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En abril del 2001 ocurrió otro gran incidente, el primero de este tipo entre Estados Unidos y la República Popular China, cuando un avión EP-3 norteamericano fue interceptado por cazas chinos y obligado a un aterrizaje de emergencia en la isla de Hainan.
Esa nave especialmente dedicada al espionaje, con 24 tripulantes abocados a recoger imágenes de puntos estratégicos, fue reclamada enérgicamente por el entonces presidente norteamericano, George W. Bush, pero China no la devolvió hasta haberla estudiado a fondo para conocer todos sus secretos tecnológicos.
La tensión fue fuerte y peligrosa, a pesar de que, en aquel momento, a China la presidía el moderado Jang Zemín, quien priorizaba los entendimientos con las potencias occidentales.
La actual escalada de tensión se da con el agresivo Xi Jinping en la presidencia de China, y la preocupación es mayor.
La primera diferencia con el caso anterior es que en esta oportunidad al acto de espionaje aéreo no lo hizo Estados Unidos sino China. La otra diferencia es la falta de claridad sobre lo ocurrido. Ni siquiera es del todo seguro que el globo chino derribado por los norteamericanos haya estado en una misión espía. Es posible, pero no es seguro. El Pentágono lo sabrá si encuentra el dispositivo que portaba el globo y que decenas de navíos están buscando en el Atlántico.
Si lo confirma, la tensión escalará aún más. El globo había sobrevolado Montana, el estado donde se encuentran los mayores silos de almacenamiento de misiles nucleares.
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No sería la primera vez que China usa este tipo de artefactos para recoger imágenes de puntos estratégicos. Su ventaja sobre los satélites no es mucha. Al moverse más lentamente y más cerca de la tierra, puede recoger imágenes más nítidas. Pero como contrapartida tiene su visibilidad y su incapacidad de escapar si es detectado.
La pregunta que quedó flotando tras el derribo del globo, es por qué China emprende una misión de espionaje que seguramente sería descubierta y frustrada. ¿Una provocación de Xi Jinping a Joe Biden para medir las reacciones del jefe de la Casa Blanca?
Es una posibilidad. Pero también es posible que se trate de una operación tejida a espaldas de Xi, o bien por sectores duros del ejército o bien por los halcones del PCCh. ¿Con qué fin? El que se logró: impedir que el secretario norteamericano de Estado llegue a Beijing a tratar la cuestión Taiwán.
En el PCCh, muchos quieren mantener la política de cordialidad con el mundo que inauguró Deng Xiaoping y mantuvieron Jang Zeming y Hu Jintao. Pero hay grupos que presionan para que China invada Taiwán y ponga fin a la independencia de facto que gozó la isla desde 1950.
En principio, Xi Jinping está más cerca de los partidarios de la vía militar para el caso Taiwán. Pero es posible que el aparente final del ciclo de crecimiento “a tasas chinas” y la debilidad económica que eso ya ha empezado a provocar, haya modificado las prioridades del presidente y que, percibiendo sus dudas al respecto, algunos miembros poderosos del ejército y el partido hayan decidido actuar para asegurar la invasión. Y empezaron por sabotear un encuentro con Blinken que podía derivar en acuerdos de mantener el statu quo en la isla.
Lo único seguro es que la Casa Blanca suspendió el viaje a China del secretario de Estado; también que sobre el caso Taiwán no hay negociaciones de ningún tipo y que la actual escalada de tensión podría superar a la que provocó el EP-3 en aquella crisis electrizante del 2001.