“Y Facundo ha llegado al mundo, a darnos un poco de felicidad… Todo está convulsionado, a Facundo no le va importar, Pues su mundo es una cuna, todo vive allí para jugar…”
Así empieza la canción que me envió con su saludo el Lagarto Guizzardi, por WhatsApp. ¡Wow! Parece escrita hoy, pero es del grupo Banana, de los noventa.
Y es que el Facu nació como si afuera nada pasara. Pero con su llegada ha generado un torbellino impensado de sentimientos en estos padres primerizos que es imposible de resumir en estas líneas.
Llegamos al control de las 40 semanas ya con algunos síntomas en mi cuerpo de que el parto se venía. Hasta el momento, no había muchos nacimientos en el sanatorio y sólo un par de cesáreas programadas.
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Así que decidimos con el obstetra que lo mejor era quedarnos y tener paciencia hasta que el parto se desencadenara. Teníamos a todos los profesionales del área a nuestra disposición. Todos, ellos y nosotros, con barbijos permanentemente. Las enfermeras a cada rato pasaban a ver cómo estábamos, nos colmaron de atenciones.
Cerca del mediodía empezaron las primeras contracciones y monitoreos. Faltaba mucho camino por recorrer, recién empezaba la dilatación.
La tarde nos encontró haciendo los ejercicios que aprendimos en el curso de preparto, caminando por el pasillo vacío, todo para nosotros.
Los médicos residentes cada una hora controlaban nuestro avance. Luego vino el obstetra a romper la bolsa y se desencadenaron las contracciones más dolorosas. Todavía faltaba un largo rato para conocer a Facundo.
La anestesia hizo lo suyo para que el dolor aflojara y pasáramos a lo mejor del día. Por suerte, mi médico me esperó el tiempo necesario hasta completar la dilatación. En ese momento, los protocolos modernos de los partos respetados se activaron.
Luces bajas, música suave de fondo y la habitación súper calentita para que cuando el bebé salga se sienta de lo más a gusto. Empezamos a pujar y luego de quince minutos ahí estaba nuestro milagro. Dando su primer grito de vida, demostrándonos que el amor a primera vista existe.
Todo lo que vino después fue puro llanto y emoción. Qué podemos decir de ese primer contacto, la famosa hora de oro. Inolvidables minutos piel con piel que recordaremos para siempre.
Lo bueno de la cuarentena es que tuvimos todas las atenciones y más. Nos cuidaron muchísimo a los tres en todo momento. Y aunque no podíamos recibir ninguna visita, esas primeras horas fueron todas para nosotros, para disfrutarnos.
De apuros y sustos
Pero no todo es color de rosa. Porque también en tiempos de coronavirus los protocolos pueden acelerarse y modificarse. El alta nos fue dada en menos de 24 horas para que estemos lo menos posible en la clínica. Nos pusimos los barbijos y abrigamos al bebé.
Previo a la partida, nos mandaron al laboratorio para hacer una extracción de sangre en el talón del bebé. Un estudio que generalmente se realiza pasados varios días de vida. Y aquí vino el primer susto y gran dolor de cabeza.
Al día siguiente nos llamaron para informar que algunos valores en la sangre del bebé no eran normales. Debíamos repetir el estudio, pero lo que estaba mal en ese primer informe ya nos comía la cabeza. Fue difícil disfrutar los dos días siguientes. En casa, solos y con esas dudas.
Por suerte, repetimos el estudio y todo estaba bien, nuestro bebé está sano. Qué más podemos pedir. Respiramos, nos abrazamos, lloramos.
Ahora sí todo es alegría en casa. Estamos más organizados, pese a no poder recibir esa ayuda tan necesaria de la familia.
De todas maneras, las ayudas llegan. De una u otra manera. Una comida calentita que mandan los abuelos ansiosos por disfrutar del nieto, o los consejos de hermanos y primos que suman un montón.
Ya habrá tiempo para las videollamadas de presentación oficial.
Por ahora, descansar y aprender a amamantar. Se duerme poco, el cuerpo todavía duele y el cansancio se pasa cuando miramos a los ojos a Facu.
Yo decidí seguir escribiendo. Hace bien compartir lo que vivimos, tal vez otros en la misma situación se sientan contenidos. También voy a escribirle una carta a mi hijo. Con lujo de detalles sobre este nacimiento tan particular, en un momento mundial único.
Algún día, la leeremos juntos y creo que Facu no podrá creer que lo que hoy vivimos sea verdad. Vale la pena registrarlo.