Tafí del Valle está a unas siete horas de Córdoba. Después de Monteros, adonde nació Mercedes Sosa, empieza una ruta que serpentea en medio de una flora típica de yunga. Estallan todos los tonos de verde: helechos, orquídeas, lianas que balconean sobre el río de la Quebrada Los Sosa.
Hacer un alto en ese camino, picada de por medio, es la mejor opción de respirar el aire fresco y húmedo, como si recién hubiera terminado de llover.
Tafí siempre nos espera con atardeceres que parecen interminables. Como las vistas de la precordillera alfombrada de tonos ocres. Los típicos quesos artesanales, las empanadas de cordero, los tamales, las humitas en chala y los guisos de llama se ofrecen como las opciones reparadoras de un viaje que nos agota, pero nos reconforta con panorámicas bellísimas.
También se puede visitar la reserva arqueológica Los Menhires, en el paraje cercano El Mollar, enmarcado por el simpático lago La Angostura.
Desde Tafí del Valle a Cafayate
Es recomendable hacer un alto en el camino en El Infiernillo, el punto más alto, a unos 3000 metros. Siempre que viajo por el Norte cumplo con el rito de los pueblos originarios: hacer una apacheta con piedras para rogar a la Pachamama por la buena suerte durante el itinerario. Allí pongo trozos de chipaca, yerba, algunas monedas, trozo de fruta, etc.
Alta La Luna, nuestro alojamiento en Tolombón, a 13 kilómetros de Cafayate, es un paraíso rodeado de viñedos, con imponente vista a las montañas y sus diversas tonalidades de color terracota. De cortesía nos reciben con una copa de vino de Torrontés, fresco, floral, delicioso. El almuerzo liviano de empanadas de carne y humitas en chala con una copa de vino Tukma gran corte.
En las primeras horas de la tarde, nos recibe en San Pedro de Yacochuya, un paraíso ubicado a seis kilómetros de Cafayate, Marcos Etchart, creador de grandes vinos: Yacuil, Yacochuya, el memorable San Pedro, Coquena y más.
No hay adjetivos que alcancen para describir la generosidad y sabiduría del hijo de don Arnaldo, una leyenda salteña de la talla del Cuchi Leguizamón. Nos hace probar unos Malbec y Cabernet puestos en barrica a fines del año pasado, que al paladar se avizoran vinos de estirpe, vigorosos, con garantía de evolución prolongada.
Otro punto de interés que recomiendo visitar es el Museo de la Vid y el Vino, que con su propuesta interactiva ofrece datos que incentiva a seguir la ruta del Vino y de los valles Calchaquíes. Además se pueden adquirir botellas de casi todas las bodegas de la región.
Los días soleados, la brisa fresca y el silencio son aliados inseparables del camino. También se puede contemplar todo el valle cafayateño desde una de las terrazas de Bodega Piatelli, donde se puede almorzar al aire libre y prolongar la sobremesa hasta el atardecer.
También encontramos parajes mágicos y momentos que emocionan. La visita a Finca Las Nubes a unos cinco kilómetros del centro de Cafayate, al pie de la montaña, un paisaje de ensueño rodeado de algarrobos, cardones y viñedos. José Luis Mounier, un referente histórico de la enología argentina, tiene allí su pequeña bodega, que hacia fines de Marzo se convierte en la liturgia de la vendimia, con turistas y amigos, que al finalizar el día comparten vino, comida y zambas.
Para el final, comparto otro punto que vale una visita: las ruinas de los indios Quilmes, al pie del cerro Alto del Rey, ingresando unos pocos kilómetros por camino de ripio, en la ruta que va de Amaicha del Valle a Cafayate.