El dato de inflación es altamente preocupante porque sucede en un escenario que tiene dos particularidades: la primera es que el dólar oficial está atrasado y el blue viene en baja.
Los índices de precios anteriores más altos de la gestión Macri ocurrieron tras la devaluación del 2018 (septiembre y octubre de ese año, con 6,5% y 5,4% respectivamente) y en septiembre del 2019, que tras las Paso, el blue protagonizó una estampida y los precios subieron 5,9%.
Esa explicación no aplica ahora. Es más, hay consenso en que el tipo de cambio está retrasado y si bien ajusta a un mayor ritmo, todavía está muy por debajo de la inflación.
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La segunda particularidad es que, en teoría, estamos librando cuerpo a cuerpo la batalla contra los precios, tal como lo declaró el Presidente.
Precios máximos, precios de cercanía, verduras populares, suba de retenciones a derivados de la soja, cupo a las exportaciones de carne y amenaza explícita a los molineros: toda la carne que el secretario de Comercio Roberto Feletti dijo tener, ya está en el asador. No queda mucho más por inventar. Eso es todo lo que hay, al menos en la lógica camporista.
Hay quienes sostienen que en marzo pega de lleno el impacto de la invasión rusa a Ucrania. Es probable, pero subrayemos dos salvedades: una, Argentina hace 15 años que lucha sin éxito contra la inflación, por lo que el problema no le apareció ahora, y dos, que la preocupación por el alza de precios en otros países parecen una ingenuidad al lado de nuestros números.
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Estados Unidos registra la inflación más alta en cuatro décadas y es del… ¡8,5% anual! Rusia, país sobre el que pesa la condena de Occidente por iniciar la invasión, la exclusión financiera y el congelamiento de sus reservas registró 17,5% interanual. La guerra puede colaborar, pero no es explicación suficiente.
¿Y esto cómo sigue? De mantenerse este ritmo, en los próximos meses la inflación estará en el 117% anual. Ergo, este escenario nos lleva a pensar que la política económica podrá hacer poco para moderar la suba de precios.
Es la política la que tiene que dar señales en ese sentido. Pero hasta ahora, es todo lo contrario: Cristina y su gente están pateando en contra.
Nada de lo que haga Guzmán será suficiente si los que están arriba del bote sacan el tapón.