Para algunas cosas, los bancos son muy rápidos. Para otras, remolones de más. Muy de más.
Un ejemplo muy claro es lo que ha pasado con las tasas activas y pasivas en el último mes. El 19 de diciembre pasado, el Banco Central dio curso a la primera de cuatro bajas de las tasas de las Leliq: entonces estaban en 63% y hoy, en 50%.
Los bancos le prestan al Central la plata que le depositan sus clientes. Rápidos, bajaron la tasa con la que remuneran esos depósitos a plazo fijo: del 55% que llegaron a pagar hoy está en 37%. Eso es lo que paga el Banco Nación por la web a 30 días por 100 mil pesos.
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Sin embargo, no han sido igual de rápidos cuando le tienen que bajar la tasa que le cobran a sus clientes, es decir, las tasas activas. Con esas ganan plata.
Y esas son la que casi no se movieron: por ejemplo, los préstamos personales cobraban, en promedio según el Banco Central, 75,5% hace tres meses y hoy están en 71,5%. Apenas cuatro puntos abajo, cuando a los depositantes les bajaron 18.
Peor es el caso de las tarjetas, que están en torno del 80% y que superan el 100% cuando se le agregan impuestos y comisiones. Esas no se movieron y son carísimas a la hora de refinanciar los saldos impagos con la tarjeta.
Hasta ahora, pese a que Alberto Fernández repitió muchas veces que "entre las Leliq de los bancos y los jubilados elijo a los jubilados", los bancos siguen siendo los grandes privilegiados.
No tienen la misma presión del Estado a la hora de bajar el precio del dinero, que es lo que uno compra cuando pide un crédito.