Ruben Daniele usa un celular con tapita. Para llamarlo hay que mandarle un SMS. Los más conocidos le dicen “mensajito de texto”. Daniele no usa WhatsApp.
Hoy volvió a la oficina 33 años después. El auto DeLorean gris de Volver al futuro es un sulky tirado por un burro, al lado del poder regresivo del gremialismo. Mágicamente (o gremialísticamente) hoy volvió a una oficina del palacio municipal. Ruben “el Gringo” Daniele hoy podría ser Enrique El Antigüo.
En 1984 una oficina municipal tenía:
- Máquina de escribir (de ahí la frase “dar en la tecla”)
- Plumín, tinta china y tintero (de ahí, “me quedó algo en el tintero”)
- Lápiz y saca puntas (de ahí “afinemos el lápiz, señor intendente”)
- Calculadora (de ahí “hagamos bien los número, señor intendente)
- Computadora conectada al sistema (ese que se cae desde que yo tengo uso de memoria)
- Cenicero (elemento tecnológico que retiene las cenizas del cigarrillo)
En la oficina de Daniele del 84 se escuchaba radio. Radio AM porque FM no había. Se fumaba. Y se fumaba fuerte sentado uno en el escritorio, no de canuto en el baño.
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Criollos había (y hay) como en cualquier oficina pública de ayer, de hoy y de siempre. En el 84 el Palacio era un resplandeciente edificio de apenas 10 años de edad. Era lo más moderno en edificios públicos de la época. Ayer lo veía al Gringo pensando en volver y me puse a pensar qué me pasaría a mí si volviera a mi primer día de trabajo.
Los cambios tecnológicos me darían un cachetadón y yo arranqué hace 14 años. Ruben Daniele volvió a su último día de trabajo, hace 33 años. Y ya piensa en una licencia gremial.