La crisis previa, la que se está desatando, la que vendrá y todas las secuelas de pandemia-aislamiento van generando un proceso de erosión de relaciones en múltiples sentidos.
A cuentagotas y con pasos muy cautos, Córdoba fue avanzando en la semana que pasó con las flexibilizaciones. La salida se da por dos vías: la institucional de las disposiciones oficiales y la de hecho de acciones y actividades que se retoman después de dos meses y medio de aislamiento.
El propio gobernador Juan Schiaretti dijo que el brote de Covid-19 en Córdoba está “controlado”, lo cual relaja ciertos comportamientos sociales, más allá de que haya reiterado la necesidad de extremar cuidados.
Mientras esos caminos de lo legal y lo de hecho van configurando la famosa “nueva normalidad” cordobesa, emergen –como planteábamos en la columna del domingo pasado– las tensiones y conflictos en los más variados frentes, que prefiguran situaciones complejas, junto con otras rispideces.
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Una de ellas son los ruidos que van dejando de ser sordos entre el Gobierno provincial y la Municipalidad de Córdoba, pese a tratarse de administraciones del mismo signo político y bajo un liderazgo único.
Es que el intendente Martín Llaryora sigue reconociendo la conducción unificada del espacio del peronismo cordobés que ejerce Schiaretti.
Pero eso no quita que se hayan producido algunos cortocircuitos entre el Centro Cívico y el Palacio 6 de Julio.
Hasta acá, eran versiones y trascendidos sobre algunos roces, en especial por la manera de avanzar o retroceder en fases y flexibilizaciones y la forma de comunicarlo.
Pero esa tensión quedó evidenciada en público en la conferencia de prensa que compartieron el jueves por la noche en el COE el vicegobernador Manuel Calvo, el titular de Deportes provincial Héctor Campana, el de la misma área municipal Merardo Ligorria y el secretario de Gobierno municipal Miguel Siciliano.
Gestos tensos y la manera en que se enmendaron Campana y Ligorria dejaron al descubierto lo que se venían comentando de malestares y celos entre ambas administraciones.
Formalmente, ambos gobiernos niegan que haya conflicto y remarcan la sintonía.
Pero hay algunas curiosidades que abonan los cruces y resquemores.
Con diferencias de horas, los encargados de la áreas de Comunicación del Gobierno provincial y de la Municipalidad de Córdoba hicieron algunas consideraciones a periodistas sobre determinadas coberturas.
Ambos asignaron en la otra administración ciertas responsabilidades u omisiones.
La pregunta fue la misma en sendas ocasiones: “¿No son del mismo equipo?”
“Sí, pero…”, llegó como respuesta.
Hay quienes leen estos roces en clave electoral por la potencial disputa de cargos y espacios para 2023.
Tenga o no asidero esa interpretación suena como alocada. No sabemos, ni ciudadanos, ni dirigentes ni gobernantes, cómo serán nuestros días en un par de semanas, quién puede animarse a pensar cómo serán dentro de tres años.
Militancia judicial
Otro ruido intenso sigue pasando por los Tribunales provinciales.
El cruce de reproches y operaciones por las secuelas de las imputaciones en el caso del geriátrico de Saldán, originadas en una denuncia del propio Gobierno provincial, fue más que intenso en estos días.
El Gobierno provincial comienza a pagar un alto costo por la maniobra especulativa de no designar fiscal General hace más de un año y poner al frente de los fiscales a dos militantes.
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En Tribunales creen que lograron encauzar la protesta de los médicos, luego del fuerte impacto de la marcha del lunes 25 por las calles de Córdoba.
Foto: El Doce
Hubo un par de reuniones de los responsables del Consejo de Médicos con miembros del Tribunal Superior y de la Fiscalía General.
En el Palacio de calle Caseros confían en que bastaron algunas explicaciones pero entre los profesionales de la Salud no existe exactamente la misma sensación.
Por cierto, ese conflicto, como tantos otros, lejos está de cerrarse.