Amado Boudou no despertó este sábado en su departamento de Puerto Madero, el lugar adónde llegaron los agentes de Prefectura Naval para detenerlo en la mañana del viernes, en una hecho que convulsionó la vida política y judicial del país.
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El ex vicepresidente de Cristina Kirchner amaneció en una de las celdas del Hospital que el Servicio Penitenciario tiene en el Penal de Ezeiza, lugar en el que permanecerá al menos duante el fin de semana para que le realicen todos los estudios físicos y psicológicos de rutina.
Junto con su amigo José María Núñez Carmona llegaron a la cárcel pasadas las 20 del viernes, después de una larga jornada en los Tribunales de Comodoro Py, donde fueron indagados por el juez federal Ariel Lijo, quien los acusa de formar una banda para enriquecerse ilícitamente, a costas del Estado. El magistrado rechazó el pedido de excarcelación de ambos detenidos.
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El hospital tiene algunas comodidades que no existen en las otras instalaciones del penal. Por ejemplo, las celdas son un poco más amplias y tienen duchas privadas y camas especiales para los detenidos que sufren algunas dolencias. Los resultados médicos serán fundamentales para que el Ministerio de Justicia decida donde quedará alojado definitivamente el ex vicepresidente.
Justamente, mientras Boudou era llevado al hospital, de allí se despedía su ex compañero en el gabinete de Cristina, el también detenido Julio De Vido. El Servicio Penitenciario decidió trasladarlo al penal de Marcos Paz al considerar que su salud no está en riesgo. En esta cárcel también se alojan el cuñado de De Vido, Claudio "Mono" Minnicelli, Roberto Baratta (ex subsecretario de Coordinación y Control de Gestión del Ministerio de Planificación) y Víctor Manzanares, el contador de la ex presidente.
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Mientras tanto, en Ezeiza quedaron, además de Boudou y Nuñez Carmona, los ex funcionarios Ricardo Jaime y José López y el empresario Lázaro Báez. Todos son cuidados por personal especialmente entrenado a través del sistema de Intervención para la Reducción de Índices de Corruptibilidad (IRIC). Se trata de un sistema para evitar que los agentes penitenciarios sean “tentados” por detenidos con capacidad económica para que mejoren sus condiciones en la cárcel.