La línea de largada del Gobierno de Javier Milei es también el punto final a la actual gestión de Alberto Fernández. Este domingo el pejotista entregará la banda y el bastón presidencial, dando por concluídos sus cuatro años al frente de Casa Rosada.
No hace falta un doctorado en economía para saber que su administración estuvo marcada por las turbulencias económicas. Pero en las puertas de un nuevo ciclo político, vale la pena repasar algunos indicadores y recordar detalles sobre la situación socioeconómica del país.
Inflación sin techo
Entre diciembre de 2019 y octubre de este año (último dato del Indec), la suba generalizada de los precios acumuló un 813,36%. Esto es sin tener en cuenta los aumentos registrados en noviembre y diciembre del actual año, por lo que ese número será mucho más alto finalizado el 2023.
Nada parece indicar que el espiral inflacionario se esté desacelerando. Por el contrario, según los datos del Relevamiento de Expectativas de Mercado publicados por el Banco Central, en noviembre la variación mensual sería del 11% y la de diciembre del 14%. De confirmarse este último dato, Fernández estaría dejando el sillón de Rivadavia con el salto de precios mensual más alto de su gestión.
Los datos publicados por la Dirección de Estadísticas y Censos de Córdoba adelantaron esa tendencia. En la provincia, los incrementos en noviembre estuvieron en el orden del 12,9%
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La disparada tuvo un impacto directo en el acceso a los productos más básicos. A pesar de los programas de controles como Precios Cuidados y Precios Justos, los alimentos avanzaron prácticamente a la par del nivel general de la inflación. Esa comparación se expresa en el siguiente gráfico.
Dos millones de nuevos pobres
Cuando terminó el gobierno de Mauricio Macri en 2019 la pobreza en el país ya se encontraba en niveles alarmantes. En el último año en el que Juntos por el Cambio estuvo al frente del Ejecutivo cerca de 18,3 millones de personas no tenían los ingresos necesarios para acceder a la Canasta Básica.
Ahora, según los datos publicados por el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica de Argentina, ese número ronda los 20,5 millones.
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Así, en los últimos cuatro años el país sumó más de 2 millones de nuevos pobres y el porcentaje pasó de 39,9% de la población al 44,7%. El valor actual es el mismo que la argentina alcanzó durante el peor momento de la pandemia por el coronavirus, en 2020.
El panorama es aún más desesperanzador si se analizan únicamente los hogares en los que viven niños. Allí la pobreza supera el 60,8%, es decir que subió más de 7 puntos en el gobierno de Alberto Fernández. Además, el 13,8% de los menores del país están por debajo de la línea de indigencia, lo que quiere decir que ni siquiera tienen para comer.
Más empleo (aunque precarizado)
Uno de los pocos saldos positivos que deja el Gobierno actual es el índice de empleo. Según lo publicado en la Encuesta Permanente de Hogares, del total de la población económicamente activa el 44,6% tiene trabajo. Esto equivale a más de 13 millones de personas.
Sin embargo, el mismo informe permite suponer que la mitad de este grupo se encuentra en una situación precaria. Solo 6,1 millones de ellos tienen aportes jubilatorios, por lo que se puede inferir que 3,6 millones trabajan en negro. A ese último grupo hay que sumarle los más de 2,9 millones son cuentapropistas.
El dólar blue, de dos a cuatro cifras
El 10 de diciembre de 2019 el dólar paralelo cotizaba a $70. Este jueves en Córdoba volvió a ubicarse en los $1.000. Así, desde que asumió Fernández a la fecha tuvo un incremento de más del 1.200%.
Para el gobierno entrante, quizás sea aún más preocupante el ensanchamiento de la brecha con el oficial. En el inicio de la actual gestión la diferencia era de poco menos de $8 (un 12%); hoy los separan $600 (un 150%).
Eso explica la aceleración que el Banco Central le dio al proceso de crawling peg este jueves, con un ajuste del 6% que llevó al oficial a $400. La gran incógnita ahora es qué hará el equipo de Milei para poder unificar ambos tipos de cambio y sí cabe esperar una nueva devaluación.