Córdoba y Pity Álvarez se conocen desde más de dos décadas. No fue amor a primera vista, fue más bien un flechazo con pogo, anécdotas improbables y cierta mística compartida. Ahora, en la antesala de su regreso a los escenarios tras nueve años de silencio y con una causa judicial, repasamos los hitos de una relación intensa, desordenada y profundamente rockera.
El primer gran capítulo se escribió el 15 de marzo de 2002 en 990 Arte Club. Intoxicados debutaba en Córdoba, meses después del estallido social de 2001, con unas 500 personas buscando canciones como quien busca refugio. El show arrancó con Se Fue al Cielo, siguió con un pogo feroz en Religión —que obligó al propio Pity a pedir calma— y terminó a las seis de la mañana, cuando el rock barrial todavía funcionaba como terapia colectiva. Una particularidad es que no hubo bengalas, tan clásicas en ese tipo de conciertos.
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En 2006, Córdoba fue testigo de un choque de planetas: Pity Álvarez y Carlos “La Mona” Jiménez grabando Por Portación de Rostro y Silvia Pérez Ruiz fue testigo privilegiada. La canción se volvió himno de pibes discriminados y símbolo de las marchas de la gorra. Pity diría después como invitado de Jiménez en el Luna Park que la Mona era “un chamán que no sabe que es chamán”, mientras él se definía, con modestia mística, como un “chamancito”.
Silvia Pérez Ruiz y una entrevista única con Pity Álvarez y La Mona Jiménez

Un año más tarde, en 2007, Alvarez se metió en la cocina íntima de Los Caligaris para grabar La Montaña. Fueron 24 horas en barrio Residencial América que sellaron una amistad que ya venía de antes: colectivos compartidos, festivales y hasta un cumpleaños de 15 donde el agasajo quedó en segundo plano porque todos querían saludar al Pity.
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Córdoba también fue escenario de cruces con las dos grandes leyendas del rock argentino. En 2009, Luis Alberto Spinetta lo reconoció desde el escenario de un teatro, lo saludó emocionado y, cosas del destino, terminó pidiéndole un autógrafo. Años después, en el Cosquín Rock 2014, Charly García simuló darle una patada tras compartir La Sal No Sala. Rock argentino en estado puro, con humor incluido.
Lejos de los escenarios, el músico también eligió Córdoba como refugio. Entre 2008 y 2009 vivió en Cofico y Alta Córdoba, buscando bajar un cambio del vértigo de Intoxicados. Hasta armó una banda local, Pity y Las Inconscientes. Las sierras, el barrio y el anonimato relativo funcionaron como cable a tierra para un artista siempre al borde.
Hoy, ese vínculo se reactiva. El próximo sábado 20 de diciembre, Pity Álvarez volverá a los escenarios en el estadio Mario Kempes ante unas 40 mil personas. Más de 30 canciones, varias generaciones cantando y la sensación de que, pase lo que pase después, Córdoba vuelve a ser parte de un capítulo que ya es historia grande del rock argentino.



