Su buena conducta dentro de la cárcel cambió con los aires de la libertad. En 2008, el entrerriano César Escobar fue condenado a 14 años por violar a la nieta de la ex pareja, de seis años. Desde el 2013, antes del vencimiento de la condena, la justicia le otorgó salidas laborales y la libertad condicional.
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El voto de confianza del tribunal de ejecución de Tierra del Fuego fue traicionado. El “preso libre” dejó de presentarse periódicamente en el juzgado acordado de Concordia desde julio. Con un pedido de captura y después de cuatro meses de trabajo, la división Búsqueda de Prófugos de la PFA pudo ubicarlo.
Con mucho profesionalismo y paciencia, la policía lo esperó en la web, en aquellos sitios que no entran los buscadores. Lo aguardó en la internet profunda (Deep web), lugar donde un hombre con su clase de antecedentes penales podría llegar a navegar.
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Escobar se metió en el sitio Akimo. “Aquí puedes comprar a alguien con quien jugar", fue la frase de portada que le provocó la excitación necesaria para tentarlo a marcar, con un click, la entrada que lo llevaría a revelar su ubicación.
Cuando se interesó por “Ami”, una muñeca sexual hecha con silicona, de pelo largo y con el cuerpo de una niña de nueve años, el vendedor le pregunto dónde debía enviarla. En realidad, el aparente comerciante que estuvo del otro lado de la línea (y supo que estaba en Capital Federal), era un agente del PFA.
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De inmediato, en la dirección acordada de calle Mariano Acha se presentó un par de agentes para pedirle las muñecas a Escobar... Las muñecas de los brazos para colocarles la esposas y llevarlo nuevamente a prisión.