Los que aprenden haciendo, aprenden de manera diferente. Esa parece haber sido la consigna de la escuela de gastronomía Azafrán para poner a sus alumnos a preparar una serie de menús como si se tratase un restaurante con clientes reales esperando cada uno de los platos.
De la mano de Eni Tognocchi y Andrés Chaijale, los chicos pusieron en una cocina abierta y casi no sintieron la presión de saltar de alumnos a chefs, ante la vista del público.
Prepararon una amplia variedad de bocaditos para la recepción, como pinchos de cerdo a la ciruela ligeramente picante, flan de tomates asados, tarteletas con pimientos asados y crema de ave.
En mi menú, el arranque fue con una terrina de queso de cabra cubierta por una lámina de zanahoria sobre una tostada de pan casero. Atractivo en lo visual y muy equilibrado en los sabores.
Después, llegó un pejerrey con una costra de cereales y frutos secos, un flan de espárragos y remolacha salteada en manteca de hierbas. Una delicia que parecía haber salido de la mano de un profesional de la cocina.
De las bondades de los pejerreyes de nuestros lagos ya nos hemos ocupado, sólo resaltar ahora la combinación entre la delicadeza del pescado y el crocante de la cobertura para un cruce de texturas para destacar.
Respecto a los vegetales, también hay que resaltar la calidad de los que está produciendo Orgánicos de la Sierras, en especial los espárragos, que ya tienen fama nacional.
En el postre un cheesecake cítrico, para cerrar una cena en la que casi se notó que eran alumnos y no profesionales los que la habían preparado.
Buen provecho.