"Hay que sentarse al lado de los que pueden cambiar el mundo". Lo dice Andoni Luis Aduriz, el vasco considerado uno de los mejores chefs del mundo, y es uno de los momentos más altos de la noche en San Honorato.
Andoni ya nos ha deslumbrado con su simpleza, sentido del humor y conocimientos sobre arte y sociedad, en una actividad conjunta de la Municipalidad, La Voz del Interior y Circuito Gastronómico.
Allí habíamos podido acercarnos al pensamiento de un creador, que repite que el gusto es algo adquirido, que nuestras preferencias gastronómicas se forman, que hay que ser audaces, innovadores, que las cosas salen como es uno, que hay que estar comprometidos y que de la misma manera que se come como se vive, la cocina es una manera de salvar al mundo.
Para homenajear a semejante visitante, se juntaron los mejores cocineros de Córdoba con un menú armado con lo más selecto de nuestros productos.
Y justo la noche que cumplía 14 años San Honorato, brillaron en esa amplia cocina el local Alejandro Castro junto a Roal Zuzulich, Lucás Galán y Paula Massuh, con sus equipos.
Una pequeña empanada bien típica y jugosa fue lo que abrió la elegante cena de pasos.
Después unas ranas en tempura sobre humus de maní. Las ancas de unas ranas traídas de Río Segundo y el puré hecho con uno de los productos emblemas del campo cordobés.
Lo siguiente fueron unas mollejas de cabrito con miel de caña, mistol y espárragos orgánicos. Para mi gusto, hay pocas cosas más deliciosas que las mollejas y los chinchulines de cabrito. Antes, los tiraban, después iban a parar todos a Buenos Aires y, ahora afortunadamente, en el Mercado Norte casi siempre se consiguen.
Paso siguiente para un pejerrey marinado en cítricos y vegetales baby. Los lagos y lagunas cordobesas han vuelto a tener pejerreyes para alegría de nuestros paladares.
Seguimos con un plato que miraba hacia el norte de Córdoba. Un cabrito en su jugo de cocción y polenta blanca, esa que sólo se consigue en la zona de Jesús María y Colonia Caroya.
Para el postre, unos cubos de zapallo en almíbar rellenos de crema de maní, dulce de cayote y queso semiduro de cabra. La combinación del zapallo con el maní resultó una maravilla.
Y la noche se cerró al lado de un cocinero, que jura ser tímido, que es una celebridad y que cada vez que saluda a alguien le pregunta: "¿Eres feliz?"
Buen provecho