Joaquín Paredes nació en Paso Viejo, un pueblo del departamento de Cruz del Eje, en el norte de la provincia de Córdoba. Vivía con su abuelo, Esteban Paredes -policía jubilado-, a quien el adolescente le decía papá.
Estaba cursando 3° año del IPEA (Instituto Provincial Agrotécnico) N° 306, Doctor Amadeo Sabattini. En plena pandemia del coronavirus, lo hacía a través de Zoom, como todas las escuelas argentinas. También hacía changas en la construcción.
El próximo 2 de noviembre, paradójicamente fecha en que se celebra el Día de los Muertos, iba a cumplir sus 16 años. Sin embargo, una bala 9 milímetros disparada del arma reglamentaria de un policía de la Provincia de Córdoba le quitó la vida.
El sueño del pibe
Durante el 2019, Joaquín viajó con su padrastro Cristian González a Buenos Aires. Allí conoció el estadio de Boca y River. Incluso llegó a jugar un partido en Club Atlético Platense.
Se estaba preparando para ser un profesional del fútbol. "Lo querían de varios clubes", admitió Cristian a El Doce. De hecho, entrenaba en la escuela de fútbol de Cristian "Tanque" Durán, ex jugador de Talleres y Deportivo Colón.
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"Lo estuve entrenando. Tenía muchas posibilidades". Pero Joaquín decidió volver al pueblo que lo vio crecer para terminar de estudiar y así dedicarse a lo que amaba: la pelota.
"Le dije, 'papi vamos porque acá no es vida, te quiero sacar de acá'. Yo sabía que me lo iban a entregar en un cajón porque acá hay mucha droga", lamentó desconsolado el hombre que también lo quería como un hijo.
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A tres meses del crimen de Blas Correas
Valentino Blas Correas tenía 17 años cuando en las primeras horas del pasado 6 de agosto fue asesinado de un disparo en la espalda por la Policía de la Provincia de Córdoba. El hecho ocurrió en la ciudad de Córdoba, luego de que el auto Fiat Argo, en el que iba la víctima junto a sus cuatro amigos, evadiera un control policial de rutina.
Su mamá, Soledad Laciar, aún exige justicia. La última vez que lo vio con vida fue el 5 de agosto, antes de que saliera de su casa para reunirse con sus amigos.
Joaquín Paredes tenía 15 años. También fue asesinado por efectivos de la fuerza de seguridad y en plena pandemia del coronavirus. Estaba con sus amigos cuando fue víctima de gatillo fácil.
Su mamá, que también se llama Soledad, pide justicia. Pero la última vez que lo vio fue hace ocho meses y en Córdoba Capital, donde estuvo viviendo junto a ella un año y medio. Hoy volvió a verlo, pero en un cajón.
Las cachetadas de la vida
Esteban Paredes, el abuelo del adolescente asesinado, es una agente retirado de la Policía. Aún no sale de la conmoción, no encuentra palabras para comprender que su nieto haya sido asesinado en manos de policías.
Al enterarse de los nombres de los cinco oficiales detenidos, se le erizó la piel al recordar el gesto que tuvo con uno de ellos: le prestó parte del uniforme para que rindiera. "No puedo entender que mis colegas me hagan esto", dijo entre llantos buscando explicación.
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