Las últimas cifras de superficie destruida por el fuego batieron récord en Córdoba. Desde el 1° de enero de este 2020 hasta la fecha ya son más de 300.000 las hectáreas quemadas en nuestra provincia. Aún sin contar lo que se perdió en el incendio que comenzó la semana pasada en Capilla del Monte por la caída de rayos.
Empezó la temporada de lluvias, el pronóstico indica condiciones inestables y humedad alta para lo que queda de octubre. Esto era lo que todos esperábamos, claro, la llegada del agua. Pero volvemos a un problema muy presente que se genera post incendios y son las cenizas que quedan en los suelos y que luego son arrastradas por el agua de las lluvias.
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Para profundizar en esta cuestión, como así también en la pérdida de bosque nativo y en el proceso de remediación, hablamos con el biólogo Fernando Barri, quien además es investigador del Conicet y docente de la UNC.
El suelo
Las inundaciones de los últimos años tienen que ver directamente con la impermeabilización de los suelos dañados por los incendios, urbanizaciones y la degradación de las cuencas serranas. ¿Cómo queda el suelo después del paso del fuego? ¿Qué va a pasar con las cenizas cuando lleguen las primeras lluvias?
El principal problema de los incendios es que dejan el suelo descubierto de vegetación. Al quedar expuesto, ese suelo es mucho más fácil que los agentes erosivos, el agua o el viento, lo muevan, lo arrastren y hagan que se pierda parte de esa superficie que es fundamental entre otras cosas para absorber el agua de la lluvia. Lo que nosotros llamamos el efecto esponja.
Si hay vegetación en las cuencas, cuando llueve el agua no golpea directamente el suelo, la vegetación ataja el golpe y luego el agua va filtrando lentamente por las raíces hacia el suelo, una vez que las plantas ya absorbieron lo necesario recien ahi se libera el excedente en forma de crecida”
Lo que provoca el paso del fuego es que toda esa vegetación se convierta en cenizas, y al caer las primeras lluvias, este suelo se lava y esas cenizas se colmatan en los cursos de agua (ríos o arroyos) generando sedimentos que se van a ir acumulando aguas abajo, sobre todo en los grandes embalses, sirviendo de alimento a las algas e incrementando la eutrofización y generando la muerte paulatina del lago.
Es una paradoja: después de los incendios, inundaciones y futura sequía. ¿Cómo es ese proceso?
Primero que ese excedente no absorbido por el suelo corre y genera grandes inundaciones, como las que sucedieron en 2015 en Sierras Chicas, por ejemplo.
El otro problema es que esa agua de lluvia que es fundamental que sea absorbida para las próximas épocas de sequía no va a estar disponible para la próxima temporada.
Sintetizando, cuando llueva en la temporada que tiene que llover, en todas las zonas incendiadas la capacidad de absorción va a ser muchísimo menor. Por lo tanto, vamos a tener mucha menos agua disponible en épocas de sequía.
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¿Esto puede traer consecuencias en el agua que consumimos?
Estas cenizas no van a repercutir tanto en el consumo de agua, pero sí van a influir en el proceso de contaminación de los lagos, eso va a implicar mayores costos de potabilización.
Eventualmente en algunas cuencas menores puede generar problemas en los filtros de los cuales se abastecen las cooperativas de aguas, entonces va a generar mas gastos para la limpieza de los conductos que llevan el agua a las plantas potabilizadoras.
¿En qué estado se encontraban las cuencas antes de los incendios tan grandes de este año?
Muchas de las cuencas serranas vienen altamente degradadas por varios factores; por ejemplo: una parte importante de las cuencas de las sierras grandes han sido sobrepastoreadas durante mucho tiempo, por lo que no tienen buena capacidad de absorción. Por otro lado están degradadas también por la recurrencia de incendios.
También por el avance de la flora exótica, como es el caso de los pinos o los que crecen en forma naturalizada como el siempre verde, que son plantas que todo el tiempo absorben agua a diferencia de la vegetación nativa, y eso hace que nuestras cuencas tengan cada vez menos agua disponible en el subsuelo, que es el agua que necesitamos porque es la que llega luego a los ríos y embalses.
¿Qué rol tienen las urbanizaciones?
Están degradadas también porque han sido impermeabilizadas, sobre todo en las partes medias y bajas de las cuencas con nuevas urbanizaciones. Y a la medida en que se generan nuevos barrios cerrados, nuevas urbanizaciones, eso es más cemento, más impermeabilización y menos captación de agua.
Nos quedaba el 2,9 % de bosque nativo de toda la provincia y estos incendios han arrasado gran parte de ese porcentaje. ¿En qué estado estaban nuestros bosques nativos y qué dejó el paso del fuego?
En general las cuencas con bosque bien conservado son muy pocas. Tenemos lugares puntuales, como ser la cuenca media del Río San Antonio, la parte de atrás de Cuesta Blanca, en donde hay bosque serrano bien conservado, como también en el norte de la provincia, en la zona del Cerro Colorado
En el faldeo de las sierras chicas en cambio la superficie con bosque nativo es bastante menor. Aunque la mayoría se encontraba ante estos grados de degradación por las causas que mencionamos, sumando las decenas de miles de hectáreas quemadas hoy por el fuego.
Los incendios en el noroeste de Punilla y el departamento de Cruz del Eje quemaron más de 70 mil hectáreas, justo en zonas en donde teníamos gran parte del poco bosque serrano que nos quedaba...
Parte de la región que se incendió en la zona de Capilla del Monte, Charbonier y Cruz del Eje tenían zonas de muy buen bosque nativo, como también las zonas de Estancia La Candelaria y La Higuera y lamentablemente se han quemado mucho.
Estos incendios han afectado mucho al bosque serrano, sobre todo en el faldeo occidental de las sierras chicas, también en la zona de Casa Bamba y sobre todo en la zona de Capilla del Monte y toda la zona serrana que va desde la ruta 38 hacia Charbonier, bajando por Cruz de Caña, eran bosques que estaban bien conservados y se han quemado decenas de miles de hectáreas y es un panorama muy muy complicado, porque ahí encontrábamos lo poco que quedaba de bosque nativo y la biodiversidad social de ese bosque.
¿Cómo hay que avanzar con los planes de reforestación?
Primero, hay que pensar las zonas afectadas como si fueran un cuerpo quemado. Al cual hay que dejarlo cicatrizar. Por eso es muy importante que no se permita el ingreso de ganado, de personas, de vehículos, ni nada que lo pueda romper más de lo que ya lo está.
Hay que confiar en que las primeras lluvias no golpeen tanto el suelo y lo laven, y también confiar en que los incendios no hayan sido de mucha intensidad, que se haya podido conservar algún banco de semillas y que esto permita el nuevo brote de pasto para generar esa cobertura de vegetación que necesitamos para amortiguar las consecuencias posibles que te mencionaba.
Luego de ese primer paso, habría que generar medidas mallas de contención para que el suelo no se lave, eso es una tarea concreta que tienen que realizar personas entrenadas y capacitadas.
Pasados los entre 2 y 4 años cuando la vegetación tomó fuerza y se empezó a recuperar, recién ahí hay que pensar en poder contribuir en la restauración ecológica natural con la reforestación de especies nativas.
Otro aspecto importante es eliminar las especies exóticas que puedan haber quedado y que se puedan instalar en esas sierras, para evitar que proliferen y así favorecer al crecimiento de las especies nativas.
Todo esto se llama restauración ecológica activa, son técnicas que se llevan a cabo con personal idóneo y es algo con lo que el Gobierno de Córdoba no cuenta ni sabe cómo hacerlo lamentablemente.