Es el único argentino en el top 10 de los mejores vinos del mundo. Es el Cheval des Andes 2016, según la calificación de James Suckling, uno de los tres afamados críticos del mundo del vino, junto a Robert Parker y Tim Atkin.
Tuve la suerte de probarlo hace unas semanas durante una visita a la Bodega en Agrelo, con el imponente telón de fondo de ese macizo nevado llamado Cordón del Plata.
Te cuento algunos secretitos que pueden explicar cómo un vino llega tan alto en la opinión de expertos como Suckling. Primero lo primero, el origen de los racimos. La 2016 es la primera añada que se elabora con uvas provenientes únicamente de esas parcelas de Malbec, Cabernet Sauvignon y Petit Verdot implantadas en las 36 hectáreas de Cheval.
Este proyecto enológico que es un joint Venture, entre dos potencias del mundo del vino como Cheval Blanc (Saint Emilion, Burdeos, Francia) y Chandon de Argentina, ya venía elaborando en toneles de 500 litros, pero a partir de la cosecha 2016 incorporaron el primer fudre de 2500 litros proveniente de una tonelería austríaca.
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El ingeniero agrónomo Darío Furlan me llevó por cada rincón de los viñedos y, junto al francés Charles Gutchac encargado de Comunicación y Hospitalidad, degustamos y comparamos las añadas 2015 y 2016. El director general de Cheval des Andes es Gerald Gavillet y la enóloga es Lice Cahuzac.
La cosecha 2015 es un blend de Malbec (58%) y Cabernet Sauvignon (37%). La 2016 incorpora un 5% de Petit Verdot, considerada en la vinificación como la “pimienta” de los assemblage.
Desde la nariz se hace notable su complejidad, que avanza hacia la fineza y la elegancia en boca, prolongando sabores profundos, mentolados, frutos rojos maduros, pimientos asados y chocolate.
Suckling lo describió así: super refinado y hermoso, con flores, especias, frutas secas y toques de piedra. Con taninos muy finos y maravilloso final. Estuvo 14 meses en barricas de roble, 70% de primer uso y 30% restante de un año.
En Córdoba se consigue en vinotecas a un precio de $3.700 y como todo ejemplar longevo se puede guardar por veinte años.