Lo que parecía un gesto cotidiano terminó convirtiéndose en una pesadilla médica para Hayley Black, una mujer de 36 años del Reino Unido. Una mañana, mientras preparaba el desayuno para sus tres hijos, bostezó con fuerza y sintió una descarga eléctrica que le recorrió medio cuerpo.
“Instintivamente, bostecé y me estiré, e inmediatamente sentí una descarga eléctrica. Supe al instante que algo iba terriblemente mal”, contó al diario The Sun. Su marido pensó que estaba exagerando cuando le pidió que llamara a una ambulancia. “Me dijo: ‘Son las cinco de la mañana, no has hecho nada, estás bien’. Pero le insistí: ‘Tenés que llamar, algo va muy mal’”, relató Hayley, que poco después quedó paralizada del dolor.
Un diagnóstico impensado
En el hospital, los médicos no lograban entender qué había pasado y le administraron analgésicos. “Nadie me escuchaba, grité toda la noche del dolor. Traté de golpearme la cabeza para perder el conocimiento”, recordó.
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Horas más tarde, los estudios revelaron que se le habían roto dos vértebras del cuello, que se habían desplazado hacia la médula espinal. “El cirujano le dijo a mi madre que era peor de lo que pensaban. Me dieron un 50% de posibilidades de sobrevivir a la operación”, contó.

A pesar del grave pronóstico, la cirugía fue un éxito. Hayley pasó meses en silla de ruedas y tuvo que volver a aprender a caminar, pero finalmente logró recuperarse. “Tomo medicación diaria para controlar el dolor. Si no lo hago, cada paso me produce descargas eléctricas por toda la columna hasta la cabeza”, explicó.
Hoy lleva una vida casi normal, aunque confesó que cada vez que siente ganas de bostezar entra en pánico. “Todavía me afecta a diario. No puedo bostezar sin recordar lo que me pasó”, aseguró. Su historia dio la vuelta al mundo por lo insólito del caso y por su increíble historia de supervivencia.