El calvario de Daniel Osorio comenzó cuando tenía 12 años. Cuando cursaba sexto grado hasta su adolescencia, la depresión se fue intensificando. Su familia no entendía su dolor, porque jamás se animó a contar el sufrimiento al que estaba siendo sometido: fue abusado por los sacerdotes de su colegio en Bogotá, Colombia.
En 2017 se quitó la vida cuando fue a visitar a su hermana: se tiró de la terraza del edificio. Su mamá encontró cartas, escritas de puño y letra por Daniel, donde además de despedirse de sus seres queridos detallaba aquellos momentos aberrantes que empeoraron con el paso de los años.
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“Me querían convertir en una prostituta”, aseguró la víctima al contar que lo pasaban a buscar por la escuela en una camioneta y lo trasladaban a fincas lujosas para violarlo. “Mamá hoy llegó el día de decir adiós. Me voy porque estoy cansado de esta vida. Yo jamás pedí venir al mundo y mucho menos pedí tener los trastornos psicológicos y afectivos que sufro”, sentenció.
Su mamá Patricia nunca supo el motivo de su tristeza y crisis de nervios, a pesar de que estaba bajo tratamiento psiquiátrico. Cuando conoció la verdad, no dudó en presentar la denuncia. Sin embargo, jamás la escucharon. Su familia pide Justicia.