El caso conmueve a los Estados Unidos. Un niño con leucemia recibía quimioterapia de manera regular en el Hospital de Niños. De un día para el otro los médicos notaron que sufría retrocesos en su tratamiento: experimentaba severas diarreas, fiebre y vómitos.
Al principio sospechaban de los medicamentos a los que era sometido. Sin embargo, los análisis de sangre detectaron que se trataba de otra cosa. Su madre, Tiffany Alberts, de 41 años, estuvo inyectándole materia fecal en sus venas mientras su hijo estaba en la sala de cuidados intensivos: una cámara de vigilancia colocada por las autoridades del hospital captó el hecho.
Inmediatamente realizaron una denuncia en su contra. Alberts se defendió diciendo que le había inyectado agua porque la medicina que le daban lo “quemaba”. Hasta que confesó el semejante acto de irresponsabilidad.
Los médicos están preocupados por la víctima porque sufrió un choque séptico que podría resultar fatal. La mujer quedó en libertad tras pagar una fianza de 80 mil dólares, pero tiene prohibido acercarse a su hijo: le pesan siete cargos, entre ellos, el de agresión y de negligencia al cuidado de una persona a cargo.